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La Navidad vuelve a sacar a flote pobreza de los dominicanos
La época navideña volvió a erigirse como marco de referencia en las redes sociales, el internet y los medios de comunicación convencionales, para sacar a flote la pobreza que lacera a millones de dominicanos.
Espectáculos con imágenes denigrantes asaltaron las pantallas de los celulares, computadoras, tabletas, televisores y las páginas de los periódicos impresos.
La pesadilla comenzó cuando políticos de toda laya, en especial vinculados a la burocracia estatal, replicaron escenas de Santa Claus, o si se prefiere, de los Reyes Magos. Y se lanzaron por calles y callejones de los barrios y ciudades de República Dominicana, como en tantas otras ocasiones, a distribuir dádivas adquiridas con dinero de los contribuyentes, en nombre de la pobreza.
No estamos hablando de los programas sociales del Gobierno, pese a la carga clientelar de la que puedan estar salpicados al momento de focalizar los elegibles. La valoración de sus ejecuciones ha sido avalada con frecuencia, inclusive, por organismos internacionales como el Banco Mundial y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Por ejemplo, el Banco Mundial en su último informe de noviembre pasado reconoce el impacto positivo para la reducción de la pobreza y la pobreza extrema, de los programas sociales que coordina la Vicepresidencia de la República.
Según ese estudio la pobreza moderada se redujo del 43.2 por ciento en el 2008, al 28.9 por ciento en 2016, mientras que la pobreza extrema se redujo del 12.8 por ciento en 2008 al 6 por ciento en 2016.
Aunque en ese aspecto los propios organismos internacionales han advertido reiteradamente, que pese al crecimiento económico del país, que según el Banco Central es superior al 7 por ciento al finalizar este año, líder en la región, se mantienen grandes niveles de desigualdad, pobreza y bajos salarios.
Ahora de lo que se trata es que la atención de importantes sectores del país ha vuelto a enfocarse en la acción paralela a estos programas sociales del Gobierno, que motorizan legisladores, síndicos, regidores, gobernadores, funcionarios aspirantes a cargos de elección popular y altos dirigentes políticos utilizando millonarios recursos del Estado, sin supervisión ni controles transparentes.
Mientras tanto, los episodios en que degeneran los actos de “donaciones” son cada vez más penosos. Sin importar la justificación garantizada proveniente de los propulsores, de muchos de los propios “beneficiados” y de los convencidos de la redención que lograrán.
De lo que sí estamos convencidos es que los únicos resultados que dejarán estos festivales replicados en cada Navidad, en cada Año Nuevo, en cada Día de los Santos Reyes, en cada proceso electoral y en cada fecha memorable, es que el hambre de los pobres continúe siendo más hambrienta.