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ARTÍCULO

¿Hacia dónde se dirige la Administración Pública?

La República Dominicana no puede ignorar los nuevos paradigmas que ofrece la administración y se verá obligado a adaptar, según los casos, a las ventajas de una nueva gestión pública. Optimizar los recursos, tanto si nos referimos al ámbito teórico, práctico y, especialmente al recurso humano, para potencializar de esta manera todo el tren gubernamental, sirviendo de parámetro para la región como lo ha sido en los últimos años, demostrando que un Estado tiene como objetivo primordial satisfacer con calidad los servicios distribuidos a la ciudadanía, bajo la idea de fortalecer la ética y la transparencia en todos sus ámbitos de aplicación.

El profesor J. D. Mooney define los inicios de la Administración Pública como “el arte o técnica de dirigir e inspirar a los demás, con base en un profundo y claro conocimiento de la naturaleza humana”, y la contrapone con la que expone sobre la organización diciendo que: “la técnica de relacionar los deberes o funciones específicas en un todo coordinado”. Pero estos orígenes han experimentado una evolución que de alguna manera se han visto transformados en el modo de ejecutar las acciones de la propia administración sin perder su esencia como había sido concebida y esto es un aspecto interesante.

Comprender esta transformación del concepto de la Administración Pública es fundamental, debido a que, actualmente se habla de una Gerencia Pública aplicada en los países con un alto desarrollo económico y cultural, lo que conlleva a un proceso de cambio en las instituciones gubernamentales del tradicional aparato burocrático, convertido en un modelo empresarial, donde el resultado final es la satisfacción del cliente, o del ciudadano en este caso en particular.

Para poder dotar de credibilidad estos resultados, resulta necesario percibir confianza desde el Poder Ejecutivo y este es un punto vital para la legitimidad en la relación Administración-Sociedad, especialmente cuando los ciudadanos confían en que el abanico de servicios públicos que se ofrecen se efectúen desde los valores que se relacionan con la calidad democrática que debe reinar en los sistemas democráticos, entre ellos, podemos mencionar, transparencia, igualdad ante la ley, accesibilidad, profesionalidad, ética y garantías en los procesos que sirvan de soporte para avalar la confianza de los ciudadanos en las instituciones estatales.

A raíz de la expansión del Estado como ente que debe comprender, analizar y gestionar las transformaciones que en ocasiones son difusas por su complejidad, podemos afirmar que ese crecimiento estatal conlleva a descubrir nuevas realidades en sus acciones de gobierno. Por tanto, es importante señalar que tras detectar deficiencias en la prestación de servicios a consecuencia de los motivos antes señalados, surge como alternativa la gestión y gerencia pública, la cual demuestra mayor capacidad y eficiencia. Por ejemplo, en España se incorpora la gestión pública y, en algunos países de América Latina se adopta como gerencia pública, las cuales cabe señalar que adquieren una significativa acogida.

Diversos autores han planteado su postura al respecto, como es el caso de B. Guy Peters (2003), Jan Kooiman (2004) entre otros. Los cuales nos hacen alusión a los diferentes factores que han llevado a la administración a tener que acudir a entes no gubernamentales, y es por la simple razón de que alcanzan mayor eficiencia en la producción de servicios que, a su vez, reducen el gasto público dado a las crisis fiscales de los Estados.

Ahora bien, si analizamos el modelo actual de la República Dominicana, visualizamos un modelo burocrático que muchas veces genera trabas en los servicios públicos. No obstante, debemos hacer la salvedad de que el Estado dominicano ha rentabilizado los servicios que proporciona a la ciudadanía a través de la ejecución de diversas políticas públicas.

Pero lamentablemente, aunque los Estados tengan un poder casi omnipotente, no pueden cubrir y tampoco son especialistas en todas las materias del aparato gubernamental.

Por tanto, existe la necesidad de reconocer la modernización y hacia dónde se dirige el modelo gubernamental. Y es, efectivamente hacia una gerencia pública, la cual elevaría la calidad de su desempeño y se consolida como principal protagonista del proceso de elaboración de políticas públicas, desde una perspectiva estratégica y congruente con el plan nacional.