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FIGURAS DE ESTE MUNDO

Jesús y los niños

Para convertirse a Cristo y entrar en su reino, hay que volverse como los niños. Así describe Jesús la conversión. El que se hace pequeño como un niño y no busca el honor que viene de los hombres, sino la gloria que proviene de Dios entrará en el reino de los cielos. Los pequeñuelos no aspiran a grandes puestos, no consideran las distinciones externas, están libres de maldad, son enseñables y dispuestos a confiar en sus padres. Su dependencia es absoluta, sencilla y confiada en sus progenitores, porque no poseen recursos propios de qué valerse. Y estas son características de la infancia que la convierte en ejemplo adecuado de la fe y la mente humilde de los cristianos verdaderos. Nuestro Señor puso ante sus discípulos a un niñito y les aseguró con solemnidad que nadie podría entrar en su reino si no se hacía como uno de ellos.

Jesús dijo: “De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 18:3).

“Entonces le fueron presentados unos niños, para que pusiese las manos sobre ellos, y orase; y los discípulos les reprendieron. Pero Jesús dijo: ‘Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos” (Mateo 19:13-14).

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