El Marqués de Hipokrités

Era de esperarse que escasearan los asientos donde acomodarse en aquel auditorio de una alta casa de estudios dirían los franceses maison de lycée, pues se rendiría homenaje a unos consagrados educadores que habían contribuido a la formación de generaciones en esta.

A uno de los invitados a este acto se le dificultó encontrar lugar donde sentarse porque acudieron todos los invitados a este merecido reconocimiento.

Acto seguido fue en busca de una silla que pudiera llevar al auditorio para participar cómodamente de esta actividad.

De inmediato y sin perder tiempo para que no escasearan las sillas adicionales movibles dispuestas para tal ocasión se trasladó a la antesala del auditorio en busca de tan útil objeto, y en el momento que lo llevaba asido de las manos alcanzó a ver a lo lejos en una pared tres pinturas de personas ligadas a la institución que daban “testimonio” de los aportes hechos por ellas en distintas épocas.

El invitado decidió acercarse y se percató que en realidad se trataba de dos retratos pictóricos y una pintura de retrato, reconociendo de inmediato a cada uno de los que aparecían en estos. De estos 2 retratos y pin- tura sobresalía la colocada en el medio por su proporcionalidad o desproporcionalidad respecto a las dos que a la izquierda y derecha parecían custodiarla, tan sorprendente en su dimensión que no solo opacaba a las otras dos pinturas, sino que apocaba a los otros dos reconocidos.

Al ver esta dimensión desproporcionada de los retratos con la pintura, advirtió en esta última la pose, afectación, fingimiento, gesto y amaneramiento del que aparecía en el centro y le vino a la mente del invitado los títulos nobiliarios que entendía eran hereditarios mediante los cuales los monarcas en Europa conceden a ciertas personas en específico el de Marqués (actor consumado) que en la posición de jerarquía nobiliaria es superior a la de conde e inferior a la de duque.

Quedó entonces aquel invitado anonadado o impresionado por aquel que quiso deslumbrar como consumado actor, y por esto le nombró como Marqués de Hipokrités un título “nobiliario” obtenido en las artes del “constructivismo aparentista”, en la que se olvida aquello de sic transit gloria mundi palabras que antiguamente en las Misas de coronación papal se le recordaba al recién elegido Papa encendiendo una estopa que así pasa la gloria del mundo, queriendo decirle que no debía buscar la gloria del mundo porque pasa tan rápido como el fuego en la estopa Parafraseando a Shakespeare ¡Con que autoridad y apariencia de verdad pueden a veces encubrirse arteramente las inconductas!