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SONDEO

Penosa realidad

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Luis Encarnación PimentelSanto Domingo

El incidente que le ocurriera -con todo riesgo y peligro de perder hasta la vida- al doctor Pedro Ureña y a otros médicos dominicanos interceptados de este lado de la frontera por una turba armada de haitianos, trascendió solo porque se trataba de ciudadanos conocidos, de prestigio social, y porque ellos mismos se ocuparon de dar a conocer el hecho. De haberse tratado de un grupo de “Juanes de los Palotes”, nada se hubiera sabido -y hasta de no haber creído los agresivos intrusos que se trataba de ciudadanos “americanos”-, ninguno la estaría contando, porque sus cabezas estuvieran bajo tierra y no sobre sus hombros. Sin que los afectados (por una chepa, su prudencia o por la Providencia Divina) recibieran “ni un arañazo” (¿), la acción vandálica fue todo un escándalo, que desnuda una penosa y muy lamentable realidad sobre la vulnerabilidad, riesgos y falta de control del territorio y los intereses nuestros por parte de los vigilantes fronterizos dominicanos (¿). La frontera con Haití no es verdad que es segura, que está “bien cuidada”, y que los militares allí desplegados -aunque quisieran- “hacen lo que tienen que hacer”(¿). Qué pena, qué vergüenza ajena, después de conocerse la desafortunada salida del ministro de las Fuerzas Armadas ante el grave hecho contra el doctor Ureña y compartes, plasmado en imágenes que no dejan espacio para excusas vanas o acomodos de las cosas. Un hombre moderado, del que se sabe de sus esfuerzos y del sacrificio de sus hombres en una zona de territorio amplio y poroso. En esa especie de “tierra de nadie”, sencillamente, no hay seguridad ni para los propios guardias nacionales; hay muchos “peajes migratorios”, hay complicidades y una actitud de “paños tibios” frente a los indocumentados del vecino país, de parte de autoridades nuestras, que parecen cuidarse hasta dar vergüenza del “que dirán” o del chantaje internacional contra la nación. Los dos militares nuestros en el escenario que nos ocupa, no solo no hicieron nada -contrario a lo dicho por el afable ministro-, sino que dijeron ante un pedido de los galenos en apuro, que “no podían”, no se sabe si por salvar su pellejo, frente al gran número de haitianos de este lado observado en el video o por alguna instrucción de “manejarse”, ¡para evitar escándalos internacionales o presiones contra el país! ¡Así no! Ante la realidad fronteriza -con o sin una agenda foránea que hiera nuestra dignidad y soberanía- al ministro Paulino Sem le hubiera bastado con el silencio o, al menos, con rechazar de cuajo y lamentar la acción contra los médicos y, en vez de hablar de “una comisión” y de “investigar”, anunciar medidas adicionales en lo adelante, solo eso.

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