PENSANDO

Héctor Cabral Ortega

Hablar de mi primo Héctor es motivo de orgullo y emoción porque las grandes vivencias que compartimos siempre fueron matizadas por la sinceridad de un cariño que trascendió más allá de la familia, para convertirse en una forma de vivir apegada a los más genuinos conceptos de honradez, solidaridad y expresión musical de profundo romanticismo. Mi madre, Farah Fiallo, siempre lo distinguió por su verticalidad al momento de enarbolar lo invaluable de defender sus ideas inalterables frente a lo innegociable de los principios. Para mí, que compartí familiarmente la cena de navidad en mi hogar y la despedida de cada año en el suyo, fue la más significativa protección que me otorgó la vida, luego de la desaparición física de mi padre cuando yo acababa de cumplir apenas 17 años. La bohemia fue nuestro punto de coincidencia para interpretar la riqueza de las letras de inspiración poética que flotaban en los más bellos acordes en la interpretación de un bolero. Nuestra alma bohemia brotó en muchos y recordados momentos que tocaron las más tiernas fibras de nuestro sentir artístico. En lo profesional, Héctor Cabral fue un eminente profesor y jurista dominicano y autor de letras que en simbiosis musical con “La Espiga de Ébano”, músico y cantor, compositor de amores y desamores; tocaron los más profundos espacios del corazón de los románticos. Recuerdo cuando Héctor me expresó los momentos difíciles de su destierro en Argentina, el cual se convirtió en inspiración para escribir la letra de “Arenas del Desierto”, donde evocaba la gran nostalgia de su querida tierra que lo vio nacer. Héctor fue un defensor del ideal revolucionario encarnado en la juventud dominicana de pre y post guerra civil de abril de 1965; defensor sin costas de la más alta expresión de libertad de lo mejor de los ideales de esa heroica generación. A mi primo Héctor lo llevaré siempre en el camino correcto del tránsito por la vida, como ejemplo de lo que hoy se ausenta de la más preciada condición de los hombres que creen más en la formación, que en la acumulación de bienes mercuriales. Es momento para decir como dirías en tus canciones: “Que mis ojos no reflejan el amor que tanto anhelo”, “En tu Ausencia”, “Tus Ojos”, “La Tarde y Tú”, “Ternura y Ternura” y “Lamento Jaragua”. ¡Siempre en nosotros tu recuerdo!

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