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Palabras para mi padre

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Luis Henry MolinaSanto Domingo

Gracias por haber venido.

En nombre de la familia, gracias a todos, de verdad.

Hoy se me hará difícil hablar. Son horas en las que se confunden la tristeza por la partida de aquel a quien se ha amado mucho, con el orgullo y la alegría de haber tenido el privilegio de compartir con él una vida tan plena. Por eso estas palabras serán breves, para impedir que la emoción haga aún más difícil expresar el tributo que merece la vida de mi papá.

Mi papá vivió dejando su huella en cada cosa que hacía, sin importar si se trataba de luchar por los derechos de los trabajadores o la consolidación de la democracia en nuestro país, de compartir con sus compañeros sindicalistas y demócrata cristianos de toda Latinoamérica, de sostener a nuestra familia, mantenerse cerca de sus hijos y nietos o acompañar a mi mamá en su enfermedad.

En cada una de esas cosas, en cada momento, vivió su vida no sólo con intensidad sino que además con una permanente atención a todo lo que ocurría a su alrededor. Ansioso por compartir sus experiencias y tratando de aprender de lo nuevo.

Durante mi niñez me dio las primeras lecciones de vida y política, tanto aquí como en Venezuela. Me transmitió el valor de las convicciones democráticas y los valores cristianos, la importancia del trabajo riguroso, la apertura a las nuevas ideas. Pero sobre todo, la urgencia de la solidaridad.

Él entendía bien que no somos seres aislados, individuos entregados a nuestra suerte, sino creadores y partes vitales de nuestra comunidad. Y todos estos mensajes, no solo a mí sino también a sus demás hijos y a sus nietos, fueron siempre transmitidos con la sabiduría sencilla que le permitía abordar los temas más complejos.

Una inteligencia privilegiada en un alma bondadosa.

Atesoro las lecciones que deja y espero poder seguir llevándolas adelante para, como él, poder irme satisfecho de haber hecho las cosas bien hechas. Hector Juan, Cynthia, Luis Emilio y yo esperamos seguir creciendo y viviendo en su ejemplo. Sensibilidad, compromiso, amor por el trabajo y la constante búsqueda de ampliar derechos, mejorar perspectivas para la gente.

Mi papá nos dejo de herencia sus valores sus creencias, el decirnos todos los días que la familia y el prójimo eran lo más importante. Eso ese es el tesoro familiar que le pasaremos a nuestros hijos.

Estamos aquí para decirle adiós, mas no para despedirlo.

Su legado personal, político y social se queda entre nosotros mientras su cuerpo nos deja para descansar.

Gracias papi querido. Te quiero y te agradezco por ser quien fuiste y enseñarme el camino para ser quien soy: un proyecto diario de mejoría personal para hacer las cosas que haga falta.

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