UMBRAL

Las abrasiones en el PLD

Los golpes que se lanzan en el Partido de la Liberación Dominicana pudieran ser propios de la natural lucha que se libra a lo interno de los cuerpos vivos y que se encuentra en su etapa inicial, por lo que los impactos retóricos a penas dejan abrasiones y moretones; solo sufre la piel y se recienten los músculos. El esqueleto está intacto, no aparecen fracturas que indiquen la asistencia a un estado que plantee el choque entre lo nuevo que quiere nacer y lo viejo que se niega a morir.

No son tan profundas las diferencias. De hecho, si se prescinde de algunos elementos contaminantes, ajenos al cuerpo y que por lo tanto alteran las funciones fisiológicas ordenadas en un proceso evolutivo iniciado con la revista “Política: teoría y acción” en el Partido Revolucionario Dominicano, y continuado a partir de 1973 en el PLD, los alterados signos vitales, tomarían el ritmo que le han dado la vitalidad y lucidez que le convirtió en el instrumento político más formidable que han tenido los dominicanos para impulsar profundas transformaciones en el país.

El año 1996 pondría a prueba la obra de Juan Bosch. El triunfo electoral del PLD puso en manos de los muchachos instruidos por El Maestro en los Círculos de Estudio, la conducción del Estado. Desde esta histórica responsabilidad demostraron que el líder no perdió su tiempo al abandonar el PRD para crear al partido morado. La economía comenzó a crecer, y fuera de la hecatombe 2000/2004 que remedó a la del 1982/1986 que incluyó pobladas, mantuvieron al país a la punta del crecimiento económico regional llevando el PIB de 18 mil millones de dólares a más de 70 mil millones de dólares.

El tamaño económico de la República Dominicana se ha multiplicado en más de cuatro veces. No podemos olvidar que para el último trimestre del gobierno peledeísta de 1996/2000 la economía creció por el orden de los dos dígitos y que para el primer trimestre de la siguiente administración inició un proceso de descenso que nos llevó al crecimiento negativo, inflación galopante, pérdidas de empleos y estampida de capitales, elementos que se agrupan como común denominador de administraciones manejadas por individuos sin la instrucción ni la disciplina partidaria que le imprimió Bosch a los suyos.

La impronta peledeísta, que la historia pondrá en su justo lugar cuando las pasiones y las narrativas políticas sesgadas por la mezquindad o la “lógica” acción de ganar espacio descalificando todo lo que hace el otro, será referente para las futuras generaciones de dominicanos y latinoamericanos, porque por más que se quieran retorcer los hechos, la terquedad de los números fríos se impondrá por encima de las mentiras, las medias verdades o aquellas verdades relativas que sirven como instrumentos para la manipulación y el engaño.

Visto lo expuesto y viéndolo a la luz de las diferencias que a lo interno del PLD se expresan, aseguro -salvo una ceguera marcada por la coyuntura y el apego al poder como fin en sí mismo que nos conduzca a despreciar o a no aquilatar nuestra responsabilidad histórica- que no se pondrá en riesgo el futuro del país con una fractura en el peledeísmo. Sentido de la historia sobra para seguir pa¥lante yendo por más para beneficio del pueblo dominicano.

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