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Bill Clinton, política y medios de comunicación

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Juan Eduardo ThomasSanto Domingo

Hace unos días terminé “El Presidente ha desaparecido”, la primera novela del expresidente de los Estados Unidos, Bill Clinton. Es un thriller que de haberse escrito diez o doce años atrás hubiese batido record de ventas y locura desenfrenada por leerlo.

La novela fue escrita junto con James Patterson y he levantado una colección de frases halladas en sus páginas. No son, en ninguna medida, las mejores, pero sí son las que más me acomodan estos días. Van sobre medios de comunicación, política y relaciones laborales y sirven para entender un poco más cómo llega a pensar un expresidente de los Estados Unidos.

He aprendido por las malas que, por muy preparado que estés, ante un depredador, pocas defensas valen. Tarde o temprano, todo presidente debe afrontar decisiones cuya primera opción significaría hacer mala política, al menos a corto plazo. Si es mucho lo que está en juego, uno debe hacer lo que cree correcto y confiar en que cambie la marea. Su trabajo no consiste en hacerse amiga de mis colaboradores, sino en tenerlos organizados, elogiar el trabajo bien hecho y ocuparse de los detalles para que yo pueda centrarme en lo complicado, en lo importante. Los medios de comunicación saben lo que venden: conflictos y división. La línea que separa los hechos de la ficción, la verdad de la mentira, cada día es más borrosa. Cuando las montañas y los granos de arena son iguales, las campañas y los gobiernos dedican muy poco tiempo y energía a debatir los asuntos que más interesan a nuestros ciudadanos. Ustedes, chicos, no son lo bastante ricos para permitirse el lujo de no poner atención. Seguramente sus cartas son mejores que las mías, pero él es un niño y yo me gano la vida jugando póquer. La protesta pacífica es una de las formas de patriotismo más admirables. Cuanto mayor es el poder, mayor es la vulnerabilidad. Siempre es más fácil eliminar únicamente al líder. Si algo nos enseña la historia es que, de las personas a los animales, de los más primitivos a los más civilizados, la mayoría de los individuos quieren que alguien los guíe. Si no puede confiar en mí, señor, no sé muy bien cómo voy a poder servirle. No tener noticias es buena noticia (esta es una clásica). “Ah, y dejen en paz nuestras elecciones. Después de que hable mañana tendrán suficiente con seguir amañando las suyas”. (Ustedes se imaginarán que está frase la dice un presidente de los Estados Unidos a un diplomático ruso, ¿verdad?) Creo que deberíamos empezar por reformar y proteger nuestras elecciones (esta frase lleva la misma línea). Una ley que exige unas elecciones más honestas, inclusivas y verificables (y una más). Al menos por ahora, los estadounidenses se están alejando de los medios de comunicación extremistas hacia otros que les ofrecen más explicaciones y menos ataques personales.