Dos novelas que marcaron mi vida
Las lecturas de “El Lobo Estepario” de Hermann Hesse, 1927, y de “El Señor de las Moscas”, 1954, de William Golding, constituyeron para mí una experiencia única en un momento de indagatoria existencial en los años 60 y 70 del siglo pasado. En ambas narraciones asoma trágica la urdimbre, el espejismo motor de la conciencia humana, su escindida condición vital. Hermann Hesse a través de su protagonista llamado “Harry Haller”, dividido entre el comportamiento social estándar por un lado y por el otro un genuino y salvaje lobo estepario, huidizo del contacto con sus semejantes, a los que considera banales y predecibles. William Golding por su parte, oferta una de las experiencias más impactantes de la contradicción de la crueldad humana y la bondad natural del hombre, poniéndola de manifiesto cuando una treintena de niños, llegan a una isla desierta como sobrevivientes de un accidente aéreo, y se ven obligados a sobrevivir, pautando las reglas de juego social y político de poder, estableciendo mandos, haciendo una construcción arquetípica de los personajes, uno encarna la racionalidad, los otros la templanza, el salvajismo, el servilismo y la docilidad, la crueldad humana y la bondad natural del hombre. La necesidad de sobrevivir motiva los acuerdos y las disposiciones organizativas tras el accidente aéreo.
En corto plazo la inocencia infantil da paso a un proceso de animalización y barbarie, mientras la sociedad en la isla desierta pasa a convertirse en un verdadero infierno. La tesis del autor de la novela es la crítica a la sociedad contemporánea, sugiriendo que el fracaso de las instituciones está incubado esencialmente en la crueldad humana, o sea, que “Ötodos los buenos propósitos de armonía y convivencia democrática que siguen al estado salvaje, retornan a éste cuando el ser humano se revela como realmente es, un ser salvaje, cuyos instintos más primarios tan solo están enmascarados cuando vive en una sociedad en la que el peligro de muerte no es inminente y se tiene fácil acceso a los productos básicos. Es decir, cuando no es necesaria la lucha por la supervivencia”.
En “El lobo estepario”, el personaje central revela la tendencia recurrente al predominio interior de la parte lobo, en conflicto con la sociedad en la que cohabita, la dualidad, la escisión de la personalidad. En un entramado de crisis perpetua de la personalidad y los convencionalismos, el arraigo troncal de su condición de bestia, el personaje inconforme suscita los mayores trances de su naturaleza. Este texto de Hermann Hesse fue muy popular en la década del 60, convirtiéndose en una lectura emblemática de los movimientos “contestarios” o de rebeldía de jóvenes en las sociedades industrializadas de Europa.
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