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OTEANDO

El desacierto de una propuesta

He visto a mi amigo Alfredo Pacheco, en un programa de televisión matinal, diciendo que su partido, bajo las directrices de sus nuevas autoridades (José Ignacio Paliza y Carolina Mejía), se propone lo que pudiera llamarse un relanzamiento que le permita, no solo mantenerse como el partido mayoritario de la oposición, sino alcanzar el poder en el año 2020 (palabras más, palabras menos).

Estoy de acuerdo con esa pretensión del PRM, pues ella debe ser la más genuina de cualquier partido político de oposición, no hay nada malo en eso. La oposición política, ejercida de manera seria, vertical, y por qué no, transparente, debe constituir, no solo la estrategia propulsora de un tránsito posible hacia el ejercicio del poder, sino también un instrumento de equilibrio para el ejercicio del mismo que impida que a quienes lo ostentan se les pase la mano en su desempeño.

Donde la cosa se pone dura, como dice el refrán popular, es en lograr convencer a la ciudadanía de que un gobierno como el de Danilo Medina lo está haciendo mal. Convencer al país de tal idea se complica cada vez más, merced a la obra de gobierno que se empeña en hacer el Presidente.

Donde la cosa se pone dura es a la hora de convencer al país de que, el gobierno que democratizó el sistema de compras y contrataciones públicas, que sacó las obras del Estado de las firmas constructoras exclusivas para distribuir sus construcciones entre los profesionales de la ingeniería atendiendo a sus competencias y sin reparar en si son compañeritos del partido o pertenecen a otra formación política; el mismo gobierno de un millón y tantos estudiantes incluidos en la tanda extendida que les permite, no solo aprender, sino alimentarse adecuadamente para que su estructura cerebral sea cada vez más apta para ese aprendizaje; el gobierno de las visitas sorpresa que han relanzado la economía a través de otro mecanismo igual de participativo e inclusivo; el gobierno que implementó el 911, el que ha construido cientos de miles de kilómetros de carreteras y caminos vecinales, el que instituyó el sistema de seguridad vial del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones, el que acusó en los tribunales a sus propios correligionarios sospechados de corruptos; ese gobierno, repito, lo esté haciendo mal.

Hacer oposición productiva reclama un desarrollado olfato político y social que permita identificar dónde y en qué aspectos la población demanda un cambio de estrategia por parte del gobierno en lo que hace a determinada política pública, o dónde ella exige la implementación de nuevas políticas. Y para ser franco, no creo que eso se consiga mediante un relajamiento de los mecanismos constitucionales puestos al servicio del país para auditar el ejercicio del poder en la persona de uno u otro funcionario, por ejemplo.

Estoy de acuerdo con el procedimiento de interpelación como mecanismo democrático que permite a la ciudadanía, a través del primer poder del Estado, conocer el desempeño que tiene cualquier funcionario, pero en el caso de la Policía Nacional resulta un desacierto.

No conozco personalmente al general Ney Aldrin Bautista, pero su accionar demuestra que lo está haciendo bien. Su corto tiempo al frente de la institución no admite un procedimiento que, como el de la interpelación, anda más en consonancia con aquellos casos en que los funcionarios han tenido tiempo para la implementación de un plan estratégico habiendo fracasado ostensiblemente en el mismo. Así que, general, usted tiene el apoyo de la población para seguir trabajando. Y a mi amigo Pacheco que apunte en otra dirección, si es que encuentra alguna favorable a sus propósitos.

El autor es abogado y politólogo.

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