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PUNTO DE MIRA

Lavando la imagen de Trujillo

Cotidianamente vemos y reenviamos “twits”, memes y toda la parafernalia de la tecnología que se emplea en la comunicación digital. Estamos en la moda.

Algunos nos parecen graciosos, enjundiosos, interesantes, profundos, vergonzosos y alarmantes. Todos dignos de ser renviados sin meditar o evaluar sin son ciertos para evitar involucrarnos en campañas de difamación, hacerles el juego a intereses oscuros o difundir falsedades. Los recientes disturbios en Haití fueron una prueba de cómo las mentiras y el alarmismo camparon por sus fueros. Me llegaron informaciones “fidedignas” del cambio de gobierno, la defenestración del primer ministro y además me remitieron los nombres de los integrantes del nuevo gobierno provisional que ya había fijado fecha de las próximas elecciones. Entre un correo y otro hubo de todo de informaciones relatando acciones deleznables que justificaban la invasión norteamericana que había llegado para salvar las vidas de los ciudadanos de Estados Unidos. Sé que lo que cuento lo vivieron muchos dominicanos que también reenviamos esas informaciones de entero crédito. Le hicimos el juego a la desinformación.

Cargamos el dado a las masas irredentas que iban por las calles con el lema de tierra arrasada y pasamos por alto que en Haití lo que hay es una incruenta lucha política entre sectores que se disputan el control económico y el manejo de la energía. Tal como la poblada en tiempos de Salvador Jorge Blanco por un acuerdo con el FMI, elementos políticos usaron las circunstancias para detonar la administración gubernamental. Vuelvo a llamar la atención sobre el manejo del tema haitiano. Los trujillistas y su candidato presidencial usan el nacionalismo para vender la idea que el tirano Rafael Trujillo Molina era el paladín de la Patria. Los migrantes ilegales son un problema que no se resolverá asesinándolos como hizo “el jefe”. Evocar el supuesto nacionalismo de Trujillo es darle espacio a sus herederos que buscan recuperar poder político. Conceder espacios de entrevistas y comentarios a los descendientes de ese asesino es hacerles el juego a sus intereses. El único mérito que tienen los trujillistas es haber teñido de sangre nuestro país. Es inolvidable que esa familia tenía la República como una finca de su propiedad donde el honor y la honra de las familias eran pisoteadas por ellos.

Podemos opinar sobre migración haitiana, pero apoyarse en el trujillismo es olvidar a las hermanas Mirabal y avergonzar a nuestros héroes y mártires.

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