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FUNDACIÓN SALESIANA DON BOSCO

Una madre llamada Mazzarello

El mes de Mayo está dedicado a las madres y no hay dudas de que esas mujeres, en cuyo seno nos cobijamos por nueve meses, merecen el mayor respeto y reconocimiento.

Pero hay madres que, aun sin serlo biológicamente, se entregaron con amor y ternura al cuidado de quienes encontraron necesitados de atención en el camino de la vida. Nuestro país está lleno de madres de crianza, como generalmente se las conoce.

Esta vez les presento otro estilo de maternidad, personalizado en una mujer de apellido Mazzarello. Ella, con un corazón lleno de ternura y de fe, supo hacer de su vida una historia de amor sin frontera, especialmente hacia las muchachas más necesitadas.

Dicen que donde hay un gran hombre, está una tremenda mujer. Así como hoy cosechamos los frutos de la incuestionable entrega de Don Bosco a la juventud, del mismo modo reconocemos la maternal dedicación de María Dominga Mazzarello a las muchachas.

En un visionario proyecto humanístico y apostólico Don Bosco y Madre Mazzarello se asociaron para darle una mano acogedora a la juventud. Ambos se hicieron también presentes en esta tierra dominicana, a través de los salesianos y las Hijas de María Auxiliadora, conocidas también como salesianas.

Un padre y una madre necesitan las nuevas generaciones para poder desarrollarse armoniosamente. En un mundo donde la niñez, adolescencia y juventud crecen huérfanas, la familia salesiana, con sus más de treinta instituciones surgidas del genio de Don Bosco y Madre Mazzarello, se ha ofrecido como respuesta a ese vacío hogareño.

Madre Mazzarello, cuya fiesta celebró la Iglesia el pasado domingo 13 de Mayo, enaltece la figura de la mujer y de la maternidad, orientando a la sociedad en la búsqueda de valores humanos y espirituales.

De Madre Mazzarello se cuenta que una vez se le acercó una hermana y le preguntó: - “¿Qué hora es?” - Ella, sin titubear y con claridad de mente con respecto al sentido profundo que hay que dar a la vida, le respondió enfáticamente: “Es la hora de amar a Dios”.

Cualquier momento de la vida es tiempo y hora de amar a Dios y de crear un poco más de justicia y de paz en el mundo. Sólo cuando la mujer camina cada día a la sombra del amor de Dios es capaz de asumir su vocación de madre biológica o espiritual, y así donarle al mundo la ternura que necesita para avanzar en humanidad.

Recordar a esa gran mujer, a la que llamamos Madre Mazzarello, es respirar un aire fresco en medio de la contaminación del mundo actual y motivarnos a llevar a la juventud un modelo de vida diferente al que le han acostumbrado.

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