Opinión

Un SOS por la madre

La sigla SOS, como alerta de peligro, fue utilizada por primera el 10 de junio de 1909, cuando el barco Slavonia se hundía cerca de las islas Azores. La misma había sido aprobada en una conferencia internacional celebrada en Berlín en 1906.

En adelante comenzó a usarse esta sigla en momentos de peligro, siendo utilizada también cuando el hundimiento del trasatlántico británico Titanic, en la noche del 14 al 15 de Abril de 1912, en las aguas del Atlántico Norte.

Bueno, pues toquen las sirenas y emitan un SOS internacional, porque hay algo que está en peligro: la MADRE. Se está hundiendo lo que creíamos que era lo más seguro e inatacable de este mundo.

Sin intenciones de hacer del tema algo apocalíptico, lo peor del caso es que este peligro de hundimiento se ha globalizado.

La ideología de género considera la maternidad como un estorbo para la mujer. Piensa que la mujer ha sido tratada en la historia como una “encubadora”, una “máquina ponedora”. Esta ideología ha enfilado entonces sus cañones para hundir la figura materna.

Según esa visión, la mujer tiene “derecho” incluso a liberarse del fruto de sus entrañas cuando le ha fallado cualquier método de “protección” previo al disfrute sin límites de su sexualidad polimorfa.

Hablar del valor y dignidad de la maternidad le provoca a esta ideología indignación, ronchas, rebeldía contra un sistema histórico que ha hecho de la mujer una víctima.

Piensa que poner en alto a la mujer madre es fruto de una visión arcaica, conservadora, medieval, “religiosa”; forma de pensar que debe ser echada en el baúl de los recuerdos.

Ante la amenaza de esta ideología, la sirena de emergencia está sonando y está en el aire el SOS en defensa de la vocación a la maternidad, como dimensión humana que dignifica a la mujer. La figura de la mujer se engrandece al contemplarla en su vocación materna.

Quien empuja al hundimiento de la dimensión materna de la mujer se olvida de su propio origen y de que la vida no es posible sin esa sublime vocación; no sólo la vida biológica, sino especialmente la de los valores e ideales, que sólo se aprenden al arrullo del insustituible amor de quien nos ha dado la oportunidad de experimentar la desafiante aventura de la existencia.

Hay que salvar a la mujer madre: ¡SOS! Hay que liberar a la mujer de la fobia ideológica a la maternidad y al matrimonio.

Que María, la mujer que dijo sí a la vida aun en medio de las más grandes incertidumbres, interceda por toda mujer llamada a ser madre, cuna de la vida.

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