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Abril y el PLD

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Luis Encarnación PimentelSanto Domingo

Administrando de nuevo dificultades o diferencias internas, el partido de gobierno logra salir a flote y airoso de la reunión del pasado día 22 de su Comité Central, con la asistencia de un 70% de sus miembros, el manejo respetuoso de los presentes y la aprobación de cuatro de los siete reglamentos sometidos al pleno. Al filo de los 52 años de la gesta histórica de abril del 1965, que ayer conmemoramos, el PLD procura superar sus debilidades y consolidar sus fortalezas como maquinaria electoral y organización política en capacidad de reiterarse en el control del poder y en el manejo del Estado. El partido morado mostró en el evento del sábado un sentido de cuerpo, de unidad y de solidaridad al darle apoyo al gobierno que encabeza Danilo Medina, ante la embestida opositora por el caso Odebrecht Pese a los conflictos y la crisis interna derivada de la lucha por el control del liderazgo de la segunda organización fundada por Bosch, los peledeístas no dieron muestras de echar mano al factor retaliación a su más alto nivel de dirección en el evento referido. Como el tema Odebrechet va a seguir - pese al “respiro” a Danilo y al gobierno con la exoneración de Mónica ante un juez en Brasil - se entiende que además del valor histórico de la conmemoración de ayer, sirve para advertirle a determinados sectores aventureros, que así como el traumático golpe de Estado de 1963 contra Bosch tuvo las consecuencias sabidas, cualquier invento de buscar un “golpe de Estado blando” contra el gobierno del PLD y aliados tendría un desenlace similar. Bosch, que sabía que se conspiraba en su contra y llegó a proclamar que mientras él gobernara no perecería la libertad, estaba muy adelantado para ese tiempo, recién salido el país del oscurantismo de la dictadura de Trujillo. Se dio el golpe, vino la revolución, la intervención norteamericana, la resistencia heroica de los dominicanos contra el invasor y, pese a engaños, “cacería” y emboscadas posteriores de los revolucionarios, hubo una salida negociada. La experiencia histórica de República Dominicana no es igual, para nada, a la de Brasil, Guatemala o Paraguay, donde -conforme a una agenda internacional en marcha contra gobiernos democráticos - ha habido golpes de Estado “blandos”. Ni blando ni duro, aquí eso no es posible, ese tiempo pasó.

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