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De la exigencia social a la conspiración política

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Ruddy L. GonzálezSanto Domingo

Montados en la ola del envalentonamiento tras las marchas realizadas en varios puntos de la nación, los protestantes de Verde se están acomodando a la idea de que ciertamente constituyen un mecanismo de presión que tiene ‘temblando’ al Gobierno y a su partido por lo que pretenden, ahora, dar un ‘jaque mate’ con una huelga general de 24 horas. La demanda contra la corrupción y la impunidad, son elementos populares que no tienen -y si los tuviera son muy pocos- opositores.

La esencia de este reclamo es sensato, correcto, pero el elemento desestabilizador de algunos personajes, lo decantó hacia un objetivo, ya no de sanidad social sino de perversidad política: la desestabilización del Gobierno y la cabeza del presidente Danilo Medina.

De ahí que el ambiente de euforia que ganó admiración y apoyo irrestricto de gente de la clase media, de familias enteras, de gente sensata, se ha ido enrareciendo.

El Gobierno ha sido torpe en en- frentar esta conspiración, en la que se invierten millonarios recursos y participan importantes ‘hombres de empresa’, políticos sin otro poder que el populismo mediático que usan, y los usa en el despropósito en curso.

Esa bullanguería mediática, caja de resonancia de estamentos de presión de grupos de la sociedad civil, ONGs, empresarios privados y determinados elementos de las sombras, con mucho dinero proveniente de organizaciones del crimen organizado, han hecho una especie de alianza explosiva, que ha relevado del escenario a esos políticos tradicionales, de dentro y fuera del ofi cialismo.

Estos grupos coinciden en un objetivo macabro dirigido a desestabilizar el status quo y tratar de replicar aquí el denominado ‘golpe democrático’, como han ocurrido en varias naciones del continente. ¿Hacia dónde nos quiere conducir esta conspiración, que ahora amenaza con llamar a una huelga general? ¿Desconoce la parte sensata de la población esta situación, esta trama y el peligro que encierra? Una huelga general de 24 horas, planeada para el emblemático 24 de abril, un lunes después de Semana Santa, precisamente, perjudicaría a todos, al Gobierno y su partido, pero también pondría en juego esta democracia de 55 años, que con virtudes y defectos es mucho mejor que el sistema de irrespeto, persecución, totalitarismo y anarquía que proponen esos frustrados enemigos de la paz. Es penoso ver cómo se atenta contra la nación y sus instituciones.

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