VIENTO SUR
Regulación del uso de los teléfonos móviles
Si un miembro de la Autoridad Metropolitana del Transporte (AMET) ve a una persona conduciendo un vehículo con una sola mano y a la vez con la otra tiene un teléfono celular sosteniendo una conversación, la ley lo autoriza a detenerlo, rellenar un formulario con sus datos y eso equivale a colocarle una multa de mil pesos a pagar en el Banco de Reservas para provecho de la Procuraduría General de la República.
No hay duda de que la ley lo autoriza para ejecutar esa acción porque aquí, con la indiferencia de todas las compañías telefónicas, se aprobó una ley que regula el uso de teléfonos celulares cuando se conduce un vehículo supuestamente para prevenir accidentes, pero se dejaron descubiertas otras acciones manuales tanto durante la conducción como en otras actividades que son tan o más peligrosas que conducir y hablar al mismo tiempo.
Un AMET no puede detener a una señorita que va manejando mientras se va maquillando su cara con las dos manos, tampoco a un señor que va comiendo moro con pollo guisado con ambas manos y controla el volante con las rodillas, ni a un policía que saca su caja de cigarros y la de fósforos para tomar uno, hace un semicírculo con ambas manos para encenderlo y luego lanza la primera bocanada de humo por la ventanilla. ¡Nada de eso, que es más peligroso cuando se maneja que hablar por teléfono, se prohíbe en la ley!
Pero todas esas son nimiedades si se compara con otras áreas donde el uso de teléfonos inteligentes no están prohibidos a pesar de que su distracción puede provocar graves daños a la salud e incluso la muerte.
Ninguna ley prohíbe que quienes van a una cirugía -a veces de seis horas de duración donde los familiares del paciente no tienen acceso a quirófano- lleven allí sus teléfonos celulares y ya hay quienes sostienen -naturalmente, yo no tengo pruebas- que ha habido casos de negligencia médica con saldos fatales, porque parte del personal actuante se ha distraído contestando un mensaje y los pulmones del paciente se han rellenado de líquido indeseado.
¿Hay en República Dominicana algún centro médico que prohíbe que sus cirujanos entren a los quirófanos con sus teléfonos inteligentes? Si lo hay, lo felicito, ni no lo hay, ojalá el primero de un salto de calidad y respeto para que los demás entiendan que intervenir un paciente que busca sobrevivir necesita total consagración y que no es lo mismo que la consulta donde mientras el cardiólogo explora el abdomen de un enfermo, su mujer lo llama para decirle que no puede pasar a recoger el niño al colegio y que tendrá que hacerlo él. En ese caso no hay mayor riesgo, pero si se trata de una cirugía, sería una displicencia mayor.
Probablemente en el país haga falta revisar la ley que prohíbe hablar por teléfono mientras se conduce un vehículo porque también habría que prohibir fumar, comer, leer, maquillarse, peinarse, abotonarse la camisa o la chaqueta, porque en todas estas últimas actividades se utilizan ¡las dos manos, no una como para sostener el celular!
Ahí también podrían aprovechar los bancos para hacer prohibir por ley que los clientes -pero también sus empleados y ejecutivos- utilicen el celular dentro de sus instalaciones, porque algunos de ellos -bancos- lo prohíben sin estar prohibido por ley y resulta que hasta donde tengo entendido nadie puede imponer reglas, en los lugares de acceso público, que entren en contradicción con las leyes.
Lo más importante sería establecer normas generales para el uso de los teléfonos celulares porque así como son de útiles y oportunos, hay que reconocer que lo están invadiendo todo y están alelando a mucha gente que por sus responsabilidades deben estar más atentas.