¡El tabaco contraataca!

Cuando las grandes naciones del mundo se dieron cuenta de lo que les costaba la plaga del cáncer provocado por el consumo de tabaco, iniciaron un bien estructurado proyecto para erradicar, en el mayor grado posible, ese vicio donde fuma el que fuma, y los que le rodean también. A mediados de los ochenta, luego de bombardear al mundo durante años con atemorizantes datos estadísticos y gráficas de pulmones podridos por la ingestión de nicotina, surgieron, primero, los aviones donde solo se permitía fumar “de la mitad hacia atrás”; restaurantes, hoteles, estadios, etc., con específicas zonas para fumadores, hasta que se concluyó en lo que fue la coronación exitosa del plan: la prohibición total de fumar, incluso hasta en áreas abiertas de ciertas zonas. Las estadísticas cambiaron positivamente.

Hoy, la página parece estar revirtiéndose y, para comprobarlo, basta con pasearse por el mundo. Imposible caminar por aceras de cualquier ciudad sin que el humo del tabaco inunde nuestras narices. La gente, en especial la nueva generación, sale a la calle a ejercer su libre derecho a suicidarse como le venga en gana, y lo está haciendo aferrada al escape que encuentra en la expulsión del humo... ¡y no solo del tabaco!

En varias grandes ciudades he visto fumar, sin el menor recato y sin afán clandestino por miedo a la ley, “pitos” de marihuana cuyo fuerte aroma también flota por calles y parques. En el aspecto local, un detalle que confirma el aumento de consumo es la cantidad de cigarrillos que penetra como contrabando.

El gobierno canadiense, preocupado por la tendencia actual, ha obligado a los fabricantes de cigarrillos a cubrir las dos terceras partes de los paquetes (10x20), con fotos y leyendas dramáticas, crudas, que hablan de los varios tipos de cáncer que provoca el tabaco. Creo que es hora de retomar la campaña, aunque aquella que nos convenció dejar el hábito probablemente no sirva para esta nueva generación de diferentes características socio-sicológicas y códigos de comunicación.