PUNTO DE MIRA

Danilo y la mujer del hospital

En una noche dominical de mayo Danilo Medina tuvo un recóndito encuentro con una mujer casada. Fue mientras visitaba en un hospital a un compañero de los tiempos de cuando él, ametralladora en mano, hacía guardia nocturna en la residencia de Juan Bosch.

Cumplida la misión de alentar al amigo enfermo el Presidente de la República, acompañado de una modesta escolta y su asistente Carlos Pared, descendían las escalinatas del centro médico.

Había llegado con mucha discreción. Luego de los ajetreos de campaña hacía tiempo para compartir con el viejo compañero de armas. Compartían historias de cuando décadas atrás él, junto al enfermo y otros muchos hombres, velaban por la seguridad del líder del PLD.

Eran tiempos difíciles. Bandas armadas amparadas por el gobierno de Joaquín Balaguer hacían y deshacían contra los opositores. Los llamados “incontrolables” asesinaban y secuestraban sin que hubiera castigo. La dirección del PLD dispuso la protección en torno a Bosch.

Militantes de alto valor personal, arrojo y fidelidad al partido y su líder eran escogidos para esas tareas. El joven Danilo Medina amanecía todas las noches en el domicilio de Bosch dispuesto a enfrentar la eventualidad. Era una tarea adicional a sus labores políticas.

Con esos recuerdos en mente llegaba Danilo al último peldaño de las escalinatas. El centro de salud estaba desierto. Todo era silencio en el sanatorio. Un hálito de producto de limpieza recorría el ambiente. Las luces estaban encendidas debido a la prestancia del insigne visitante. Las pisadas fusionadas con las voces rebotaban en las paredes con un curioso eco.

Repentinamente una joven mujer, salida de la nada, se le abalanzó al mandatario. La escolta marchaba entre las escalinatas y el rellano.

-¡Presidente, Presidente! -Gritó más que dijo la humilde dama-. ¡Lo necesito Presidente, Ayúdeme por favor tengo dos hijos y mi marido...!

Danilo se le acercó y preguntó, ¿cómo puedo ayudarla?

La pobre mujer enmudeció. No articuló una sola palabra más. Repentinamente dio un traspié, puso los ojos en blanco y se desmayó. Danilo saltó y la abrazó. Se desplomaron. Los dos rodaron por el piso. El Presidente le sostuvo la cabeza para impedir que la desconocida se golpeara y clamó a sus acompañantes. Estuvo junto a ella hasta que actuaron las medidas de emergencia.

La identidad y la situación de la dama siguen en secreto.

(En la campaña Danilo nunca mencionó este solidario gesto).

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