FUERA DE CÁMARA
¿… Qué tenemos en juego?
El Presidente Medina sabe que su gobierno ha entrado en fase de confrontación y debe prepararse para encarar los tormentos que le provocará una oposición agresiva dirigida por una corriente díscola que cada día ofrece muestras palmarias de insensatez y enanismo político.
Tirarse a las calles después de perder las elecciones de forma tan apabullante constituye una expresión de inexperiencia o delirio de liderazgo incomprensible en estos tiempos de apertura democrática, y le anticipa al gobierno la llegada de una agitada temporada de agrios enfrentamientos.
Es un escenario nuevo para el gobierno que no para el país que se acostumbró a esos sobresaltos, y ni siquiera para Danilo Medina que vivió esa “montonera democrática” en sus años de dirigente estudiantil y al final del siglo pasado con la proclama ¡que se vaya ya!, entonada por el PLD y Juan Bosch luego de perder las elecciones de 1990.
El Presidente, sin embargo, está compelido a manejarse con inteligencia en este desafío que le plantea un niñato político que asume la confrontación como escenario de proyección electoral, sin llegar a medir siquiera las consecuencias que semejante insensatez podría causarle al país y a sus instituciones.
Danilo tiene a su favor la alta valoración de una sociedad que le acaba de renovar un nuevo mandato de cuatro años en proporción de tres votos a uno, pero no puede descuidar los flancos bajos donde está siendo golpeado por un contendor malo e inexperto que podría llegar a arrancarle una oreja de una mordida.
... Primero: ¡exponerlo!
El Partido de la Liberación y el propio gobierno tienen que dejar de lado su pasividad y asumir el reto que les plantean Luis Abinader y su partido --¡dar la cara por su triunfo incuestionable!--, y evidenciar los propósitos reales de un liderazgo que ha perdido el norte más que las elecciones.
Más preocupante que los alaridos de la derrota de Abinader es la orfandad partidaria en que ha caído el gobierno después de su victoria de hace un mes. El PLD ganó las elecciones pero perdió los escenarios públicos. Abinader fue apocado en las urnas; Danilo, en los medios de comunicación.
El partido que resultó ganador de forma tan holgada --como jamás lo había logrado organización alguna--, ni siquiera ha querido celebrar su triunfo, como si hubiese sido mal habido... Sólo le ha sobrado tiempo para dirimir sus querellas internas: ¡que Leonel, que Danilo, que Margarita...!
Sus dirigentes más lenguaraces --siempre dispuestos a descalificar al semejante, así sea entre ellos mismos--, han dejado el claro... Parece una victoria huérfana, que avergüenza.
... Buscar el consenso
Está bueno ya de romerías al Palacio para felicitar al Presidente. Mucho más importante es el mantenimiento de la paz social que busca ser alterada por los insensatos derrotados el 15 de mayo. En ese sentido debería moverse la voluntad de los dominicanos.
“La democracia es buena, pero sabe a mierda”, decía Corpito Pérez Cabral. Tal vez no sepa a eso la democracia, aunque su correcta aplicación es lo que garantiza la sostenibilidad de un sistema lleno de imperfecciones pero que es el mejor de todos los conocidos.
El Presidente Medina está en el deber de convocar a la sociedad dominicana a defender su sistema político. Porque es eso lo que está en juegoÖ. ¿O hay alguien que lo dude?