Opinión

Convivencia política y conocimiento del cosmos

En opinión de Antonio Campillo la “razón común”, de Heráclito, es el hilo conductor sagrado de conecta subjetividad ética, convivencia política y conocimiento del mundo en tanto que ejes fundamentales del desempeño de una colectividad.

La cuestión viene a cuento porque la oposición política dominicana -ahora unida monolíticamente para hacer resabios por los resultados electorales, pero a la cual, el protagonismo, las ambiciones personales y los intereses les impidieron unirse para formar un bloque electoral- acusa una falta de razón común que raya en la torpeza.

Resacada por el sabor a retama que deja en los algunos el éxito ajeno, la oposición política se regodea en la pretendida vocería de un país que se la acaba de negar y que no le permitió -ni sumados juntos sus respectivos números- alcanzar el cincuenta más uno.

La falta de razón común está impidiendo a esa oposición montarse en el carro de los grandes cambios que se avecinan. Sí, ¡grandes cambios! Porque si no lo han advertido aún, me complace decirles que el país acaba de reelegir un presidente que se encuentra preparado para realizar muchas de las grandes transformaciones que demanda este país y que son ínsitas a las razones que dieron origen al Partido de la Liberación Dominicana - hasta ahora imposibles de concretar por las ataduras que imponen ciertas transiciones, que unas veces son cortas y otras largas-, pero que el ejecutivo no dudará en poner en práctica para beneplácito de esta nación que tanto las necesita.

Es posible que esas transformaciones supongan sacrificios, incluso, pero serán el precio que habremos de pagar para legarle a nuestros hijos y nietos, y a las generaciones por venir en sentido general, un país de instituciones, y por ende, un país preparado para fomentar y obtener el “crecimiento macroeconómico con desarrollo incluyente” que ricos y pobres demandan desde sus respectivas perspectivas.

Coadyuvar con eso debe ser el papel de la oposición, sin resabios ni vanidades; entendiendo los versos de Yuri Levitanski cuando decía que “...la historia no se equivoca en sus movimientos, solo que sus cotas no tienen que ver con nosotros...”, y admitiendo sin resentimientos que fue a Danilo Medida que la historia eligió para que haga esas transformaciones, valorarlas y contribuir con su realización, no vaya a ser que queden en el camino como el loco de la fábula poética de Horacio que, envidiando al sol por sus esplendentes rayos, se dispuso a verlo fijamente con encono y este quemó sus pupilas dejándolo ciego, a lo que el loco exclamó: “¡Al fin te apagué!”

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