Opinión

¿Visa por sumisión?

Vinicio A. Castillo SemánSanto Domingo

El embajador de Estados Unidos en el país, James Brewster, al comparecer al almuerzo de la Cámara Americana de Comercio la pasada semana planteó un derecho nuevo en el derecho internacional público. Un derecho que no existe en la Carta Orgánica de la ONU, ni en la de la OEA, ni en ningún texto de diplomacia en el mundo. El embajador Brewster dijo que él, como Embajador de los Estados Unidos en el país, tiene derecho a intervenir en los asuntos internos de la República Dominicana debido a “las fuertes inversiones y las relaciones cercanas de Estados Unidos con nuestro país”.

El embajador Brewster pisoteó así, de manera olímpica, la Constitución de la República Dominicana y los derechos inalienables que establece el principio de no intervención o injerencia extranjera de un país en otro, consagrado en el derecho internacional. El señor Brewster, entendiendo que la República Dominicana es una especie de colonia de los Estados Unidos y él un pro-cónsul o gobernador, no se quedó en tal desatino, sino que expresó lo siguiente: “Algunos pocos políticos han estado criticando a la Embajada y a mi persona por estar demasiado involucrados en asuntos dominicanos”, por lo cual exhortó a quienes les critican que vengan a la Embajada y les devuelvan la visa.

En la visión del reconocido activista gay en Estados Unidos, nombrado por el presidente Obama como Embajador en República Dominicana, el otorgamiento de visa de Estados Unidos debe ser el instrumento para chantajear, adocenar y doblegar a los políticos y a los hombres públicos de República Dominicana para que no tengan el derecho de criticarle y exigir respeto a la soberanía que cada Estado tiene de no permitir injerencias en asuntos soberanos e internos, de gobiernos o funcionarios extranjeros.

El señor Brewster tiene la concepción de que a través del otorgamiento de visas él podrá lograr la sumisión necesaria en la clase política, empresarial y de los dominicanos en general, incluyendo los líderes cristianos, para que él y su pareja, el señor Bob Satawake, puedan imponer la agenda por la que vinieron a República Dominicana: Matrimonio gay, aborto y educación sexual para niños y adolescentes, borrando todos los valores cristianos del pueblo dominicano en lo referente a la vida y la familia.

Las amenazas directas y destempladas del señor Brewster con el tema de las visas se produjeron días después en que su compañero o pareja Bob Satawake irrumpiera de manera sorpresiva en un mensaje a mi persona, en el que me increpaba que la gigantesca marcha de la iglesia católica a favor de la vida y la familia y el apoyo irrestricto que dieran las iglesias evangélicas a la misma eran en realidad “una promoción al odio y a la discriminación” y que yo “no soy un líder”.

Estados Unidos, país amigo y principal socio comercial de la República Dominicana, supo reconstruir a través de una política exterior correcta las relaciones con el pueblo dominicano después de la intervención militar del año 1965, en el que el sentimiento antinorteamericano se esparció en toda la geografía de la República Dominicana. Nunca, en los últimos 50 años, los Estados Unidos ni ningún Embajador acreditado en RD se había atrevido a querer chantajear a la clase política y a los dominicanos en general con el tema de la vigencia u otorgamiento de visas. Esto, hasta ahora, sólo se ha producido por casos específi cos relacionados con narcotráfi co y corrupción en personas condenadas o procesadas penalmente.

Soy de los que creen que en el Congreso de Estados Unidos, dominado hoy por el Partido Republicano, produciría una gran repugnancia el hecho de que un Embajador de ese gran país viole todas las normas de respeto internacionales al incursionar en asuntos internos de ese país y reivindicar ese derecho públicamente, como lo ha hecho el señor Brewster, y mucho más repugnancia que quiera imponer con la amenaza de quitar visas, una agenda que borre los valores cristianos del pueblo dominicano para implantar matrimonio gay, aborto y educación sexual desviada en RD, lo que afectaría gravemente las relaciones del pueblo dominicano con los Estados Unidos. Tengo información de que líderes cristianos de la República Dominicana, asombrados por la arrogancia y prepotencia del señor Brewster en imponer su desviada agenda de vida y familia en República Dominicana, hacen contactos con líderes republicanos del Congreso de EEUU, para que este penoso caso sea conocido. Se habla ya de la posibilidad de recolectar más de dos millones de fi rmas de ciudadanos dominicanos pertenecientes a iglesias evangélicas y la católica para denunciar ante el gobierno y el Congreso de EEUU el inaceptable injerencismo del señor Brewster y su pareja, el señor Satawake, en la República Dominicana.

Es una verdadera vergu¨enza que nuestra Cancillería y nuestra clase política en general, haya salido huyendo a la grosera intervención del Embajador de EEUU en la Cámara Americana de Comercio. En el plano político, sólo la FNP y el Polo Soberano y sus candidatos han salido al frente en defensa de la República. Es de justicia reconocer que la gran prensa de la nación ha respondido admirablemente, encabezada por el decano Listín Diario, el periódico El Caribe y el periódico El Nacional, en sus respectivos editoriales.

Aspiramos a que la República Dominicana mantenga y fortalezca sus relaciones diplomáticas, económicas y de todo género con los Estados Unidos, siempre en el marco del respeto, de la dignidad y soberanía de sus respectivos Estados. El señor Brewster y el señor Satawake tienen que aprender, si no lo saben, que esta nación ha sabido luchar desde su fundación por su dignidad y respeto a su soberanía y que, a pesar de la existencia de una facción de traidores y de malos y genufl exos dominicanos, existen muchos hombres y mujeres en este pueblo capaces de renunciar, no sólo a la visa de Estados Unidos, sino de ofrendar su propia vida en defensa de su amada patria.

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