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Opinión

FIGURAS DE ESTE MUNDO

Las brujas de Salem

En la villa de Salem, Massachussets, a 20 kilómetros de Boston, ocurrió uno de los capítulos más oscuros de la historia. Corría el mes de enero de 1692 cuando varias jóvenes de aquella comunidad puritana empezaron a tener convulsiones, ataques de llanto e histeria.

Las primeras chicas afectadas fueron Betty y Elizabeth Parris, y Abigail Williams, hijas y sobrina del ministro-reverendo del pueblo, Samuel Parris. Este y los demás colonos ingleses, que habían impuesto allí el cristianismo, pensaron que algo sobrenatural y demoníaco estaba pasando.

Al ser interrogadas, las niñas acusaron de brujería a Tituba, la criada de la familia, y a dos ancianas impopulares.

A seguidas Tituba, que sabía leer la fortuna y practicaba la adivinación, confesó ser bruja y haber visto al diablo en forma de cerdo y perro.

La corte entera de jueces y parroquianos quedó atónita. Desde entonces se inició una implacable cacería de brujas en que las que confesaban se salvaban y si no lo hacían eran condenadas a la horca.

La persecución terminó en octubre de 1692. Años después se comprobó que las acusaciones se sustentaban en una mentira. Pero el daño estaba hecho: 20 personas fueron ejecutadas: 19 ahorcadas y una apedreada; todas ellas inocentes y convictas de brujería. En total fueron arrestadas 200 personas acusadas de trastornar a jovencitas y estar confabuladas con el demonio.

Hasta hoy, el famoso caso ha sido relatado en libros, representado en el teatro y llevado al cine en distintas ocasiones.

Ciertamente en el Nuevo Testamento no aparece ningún versículo que mande a los cristianos a perseguir y condenar a muerte a los supuestos o reales practicantes de brujería.

En cambio, sí revela que el creyente debe apartarse de esa “obra de la carne”, pues desagrada a Dios.

En Gálatas 5: 19-21 leemos: “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, ‘hechicería’, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios”.

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