Opinión

ORLANDO DICE...

Fanfarroneo en PRD y PRM con eso de deserción masiva

EL MOVIMIENTO.- No hay que poner en duda que haya un movimiento de diputados perredeístas que quieran agarrar el jacho con las dos manos. Ese intento de lo imposible se asegura lo encabeza Ruddy González, quien tiene buenas relaciones con Miguel Vargas, pero que en el PRM lo cuentan entre los suyos. Desde hace un tiempo los dirigentes de uno y otro grupo fanfarronean con una deserción masiva de diputados. Que unos cuantos de Vargas se irían con Hipólito Mejía o Luis Abinader, y por igual que otros tantos de Mejía y Abinader volverían al PRD. ¿ Cuál de los bandos habla verdad ? Ninguno. Lo que si puede decirse es que existe la inquietud, y el cálculo. Los diputados se dan cuenta de que serán los primeros perjudicados con la “ división ”, sin importar del lado que estén. Y no solo porque vayan separados, sino porque lucharán unos contra otros, y será una guerra a muerte. El esfuerzo no será por ganar el puesto, sino por evitar que el compañero, ahora en la otra acera, se imponga. Esto es, no es que la familia está fragmentada, sino que los hermanos se odian. Los descendientes de Caín todavía no pueden ver ni en pintura la prole de Abel… EL TIEMPO.- Estas situaciones se hablan, y se seguirán hablando hasta el fin de la campaña. Basta recordar todas las fórmulas que barajan, sin darse cuenta de que la irracionalidad política fue sustituida por la inquina personal. De que no es posible ir divididos arriba y unidos abajo, puesto que si es con voto preferencial, se entorpecerán unos a otros. Queriendo salir todos al mismo tiempo por la puerta principal, no harán más que entaponarla, y todos quedarán adentro. Pero además está lo principal: el tiempo. Ni Miguel Vargas, ni Hipólito Mejía, ni Luis Abinader, pueden devolverse. Y no solo por ellos, sino por los compañeros que se involucraron. Sería un error caminar de espaldas y retornar al principio, o llover sobre lo mojado cuando los ríos no aguantan más agua. Vargas, Mejía y Abinader han perdido tiempo, y no siempre puede recuperarse. ¿ Cómo dejar la calle y volver a los encuentros de gabinete ? Ruddy González y los diputados que comparten sus afanes no advierten que el problema ya no es entre Vargas y Mejía, sino entre este y Abinader… EL PARTIDO.- Hay situaciones políticas muy determinadas, pero hay problemas técnicos que todavía no se resuelven. Los perredeístas insurgentes pudieron “ dividir ” el PRD, y por igual hacer desaparecer la Alianza Social Dominicana, pero no logran armar el PRM. Lo dije y lo repito. La Junta Central Electoral aceptó el cambio de nombre, pero hasta que no se realice una asamblea esa resolución no es ley entre las partes. En los registros del organismo todavía figuran como directivos Michel Lulo Collado y Ramón Efrén Cuello, quienes fueron los solicitantes. Andrés Bautista no figura por parte, y tampoco Geanilda Vásquez. Queda claro, pues, que Hipólito Mejía y Luis Abinader fueron buenos como liquidadores del PRD, pero no como fundadores del PRM. Tienen en las manos un partido hecho, la ASD, pero no saben cómo reestructurarlo y hacerlo fungir como verdadero PRD. Los proyectos particulares de Mejía y Abinader van a toda vela, pero no así el partido que deberá sustentar sus candidaturas… LEYENDA.- Entre las leyendas urbanas de los perredeístas, hay una que cuenta que Hipólito Mejía y Toni Peña tuvieron una pegada que no solo hará historia, sino que producirá consecuencias. Fue un choque de temperamentos, y conociendo el de Mejía, a quien en el pasado llamaban El Guapo de Gurabo, y sabiendo lo desaforado de Peña, no hay que imaginar nada. Mejía le habría dicho en la cara que él nunca ocuparía la secretaría general del PRM, y la réplica de Peña fue atemorizante. Dijo que le iba a hacer lo que a Miguel Vargas, a quien se la puso difícil desde adentro. El PRM, por tanto, no existe como corporación política, pero sí como discordia. Como no hay democracia interna, hay quienes se resisten a la dictadura y están dispuestos a enfrentarla. Mejía todavía no se pone el zapato, y mucho menos empieza a caminar, y ya tiene una tachuelita que lo hará cojear. Lo de “ mi hijo ” o “ muchacho ” ya no tiene el encanto de antes. Peña quiere su secretaría general, y olvida los días en que fue subalterno del ex presidente…

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