Opinión

ORLANDO DICE...

Tener memoria... y conocer la historia, para no repetirla

LA MEMORIA.- En política conviene tener memoria larga, no olvidarse de los hechos propios ni de los ajenos. Una frase de dominio popular señala que el pueblo que no conozca su historia estará condenado a repetirla, y Marx amplió el concepto de Hegel al decir que primero como tragedia y segundo como farsa. Los perredeístas, por ejemplo, no recuerdan que el cincuenta más uno que descartó a José Francisco Peña Gómez como presidente para siempre, fue una jugada consentida con su ausencia. Que cuando se discutía la reforma constitucional de 1994, con la que se buscó solucionar la crisis post-electoral de ese año, ellos abandonaron la asamblea nacional, y que reformistas y peledeístas aprovecharon el momento para imponer una perversidad que sigue normando la vida política del país. Ahora los perredeístas versión PRM dejan la comisión de diputados que estudia la Ley de Partidos, a manera de protesta, pero creando las condiciones para que los oficialistas impongan su orden. Sin ellos podría no haber contestación, los trabajos irían más rápido y al final se vería el humo que anuncia que hay Papa… ADENTRO.- La decisión de los diputados del PRM debiera ser echar el pleito adentro, en las condiciones que sean, puesto que algo es algo y peor es nada. El PLD hizo lo mismo que sus oponentes, solo que en el órgano correspondiente. No debe olvidarse que el PRD de Miguel Vargas y la insurgencia que ahora se llama PRM con Hipólito Mejía, entregaron copias al presidente Danilo Medina, cada cual por separado, de lo que consideraron en ese momento debía ser la Ley de Partidos. No hubo debate, tampoco consenso. Fue como decir: “Esto es lo que hay”. Nadie desde afuera entendió la jugada, pero fue evidente que los dos bandos quisieron sorprenderse con un toque por tercera que no embasó a ninguno. La pieza del PRD se atribuye a Eduardo Jorge Prats y la del ahora PRM a Milagros Ortiz Bosch. Es decir, garata hubo siempre, y sometimiento por igual. El PLD, por su parte, sí discutió su proyecto y lo llevó a las cámaras, donde deberá conocerse y aprobarse. Cada uno, por tanto, aplicó su estrategia e hizo lo que consideró era lo apropiado… OPORTUNIDADES.- Sin embargo, no puede considerarse que la oposición, en sus dos bandos, hizo lo correcto. Miguel Vargas, del mismo modo que llegó a acuerdos con Leonel Fernández para la aprobación del proyecto de Constitución del 2010, pudo haber reclamado un entendimiento parecido para la Ley de Partidos. No hay dudas de que Vargas sacó a Fernández del hoyo, y si nobleza obliga, el entonces presidente de la República pudo haber utilizado sus influencias en las cámaras para solucionar ese problema de manera conveniente. Los canales existieron ¿por qué entonces no se procedió? El asunto fue tratado, pero por los periódicos, y se dijo que era tema pendiente, pero no se presionó adecuadamente. Sin dudas uno de los tantos capítulos que se le olvidaron a Cervantes. No obstante, hay que considerar lo siguiente. Los oponentes internos de Vargas satanizaron su Pacto de las Corbatas Azules, y esa afrenta alejó toda posibilidad de que se insistiera en el acuerdo original y que Fernández y el PLD cumplieran su parte del compromiso… LOS AGUACEROS.- Los diputados del PRM, si protestan los lodos, deben acordarse de los aguaceros, pues unos son consecuencia de los otros. Si tantos sectores proponen una Ley de Partidos, y se sabe que en las gavetas de la Cámara de Diputados duermen muchos proyectos ¿por qué resentirse de que el PLD tenga el suyo? Tenerlo y presentarlo es una cosa, y aprobarlo, otra. Ahora, si se abandona la comisión que lleva los trabajos, o igual más tarde cuando llegue al hemiciclo, que no se quejen. La caña está cortada y el ingenio la está esperando, y de los responsables depende que se conozca y apruebe como Dios manda. Si no hubo acuerdo entre los líderes de los partidos, que el entendimiento se dé a nivel de los diputados. Y así ninguno de los partidos tiene que someterse al designio del otro. El PLD tiene entre sus ventajas que cuenta con dos instancias, que no es la situación de la oposición. Lo que se resuelva en la cámara baja puede ser alterado o cambiado en la alta, en el Senado, donde la mayoría no solo es brutal, sino mecánica. Convendría cuidarse de los extremos…

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