Tiempo para el alma
“Sirvan al Señor con alegría”. Sal. 100: 2. Cuando sentimos el amor de Dios y somos capaces de reconocer que somos sus hijos, qué Él nos ha beneficiado con su creación, que si estamos bien es por su gracia y que si no lo estamos pudiéramos estar peor si no fuera por su misericordia, necesariamente nos colma un sentimiento de gratitud. En ese momento, estamos preparados para ponernos a disposición del Señor: ‘Dios estoy aquí, úsame, hazme un instrumento tuyo, pongo a disposición de tu obra mis talentos, dame la maravillosa, la magnífica oportunidad de servirte’. Hay quienes humildemente explican su entrega al servicio como una manera de devolver a mi Dios un poco de lo mucho que Él les ha dado. Pudiéramos decir también, que servir es aprovechar nuestro tiempo terrenal para poner a producir nuestros talentos y devolver al Señor con creces, de manera rebosante, esa gracia que puso en ti y en mí. Mis queridos lectores, servir con alegría es más que dar, es recibir, es un acto de amor y es, sobre todo, una expresión de entendimiento del mensaje de Jesús.