Sin temor al fracaso
En el mundo existen dos tipos de personas, aquellos que le temen al fracaso y aquellos que no le temen al fracaso. Aquellos que le temen al fracaso son amarrados al suelo por este temor y se acostumbran a vivir una vida simple y sin muchos éxitos. Estos usualmente viven una vida rutinaria y lejos de emocionante; estos deciden no perder nada pero ponen en riesgo su oportunidad de ganar algo (ya sean: éxitos, experiencias, conocimientos, amistadesÖ etc.). En la otra mano están aquellos que deciden darlo el todo por el todo; éstos son aquellos sin temor a fracasar. Éstos, a diferencia de aquellos con temor a fracasar, viven una vida emocionante y exitosa, una vida en la cual usan cada error y cada fracaso como un escalón para acercarse cada vez más al éxito. La ventaja es que aquellos que le temen al fracaso pueden cambiar esto en un instante, y aquí está porque deberían: El fracaso es algo inevitable, nos pasa a todos y todas múltiple veces a través de nuestras vidas. Aquel que no le teme al fracaso tiene la ventaja de que está listo para enfrentarlo y podrá superarlo con facilidad. Por la otra mano está aquel que le teme al fracaso y que no está listo para enfrentarlo. Este no podrá superar el fracaso con facilidad y se le hará aún más difícil poder atravesar momentos como tal. Es decir, si entendemos que el fracaso es algo común y entendemos que del fracaso podemos aprender, entonces podemos usar este punto bajo como impulso para llegar a nuevas alturas. La derrota y el fracaso son los mejores maestros; nada garantiza que vamos a ser exitosos la primera vez que intentemos algo, pero es garantizado que siempre se aprenderá algo. El perfecto ejemplo es aquel de Thomas A. Edison, a quien le tomó más de mil intentos antes de crear la bombilla. Este dijo: “No he fracasado mil veces, sino que he conseguido saber mil formas de cómo no se debe hacer una bombilla”. Cada derrota y cada fracaso nos sirve como lección, nos enseña nuestras debilidades y nuestras fuerzas, nos enseña que debemos mejorar y cómo debemos mejorarlo. El temor al fracaso funciona como una barrera, un obstáculo que impide sacar de nosotros lo mejor que tenemos por ofrecer. Muchas veces, por temor a fracasar o ser derrotados, uno decide pasar por desapercibido, uno prefiere tomar las mismas decisiones una y otra vez sacrificando las oportunidades que la vida nos ofrece de verdaderamente lograr algo significativo. Es decir, muchas veces cometemos el error de dejar pasar grandes oportunidades que ofrecerían un gran cambio en nuestras vidas solo porque tememos que nuestro primer intento no sea exitoso. En conclusión, el fracaso no es algo negativo. En manos de aquellos que no le temen al fracaso este puede ser la manera de llegar al éxito. Sin temor al fracaso podemos encontrar nuevas formas de ser innovadores y nuevas maneras de ser exitosos. Sin temor al fracaso nos podemos preparar para este de manera que no nos impacte de manera negativa, sino de manera positiva. Sin temor al fracaso podemos aprender de estos mismos, para así llegar a nuevas alturas y tener mejor éxito.