Variables condicionan estrategia de seguridad

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FRANK MAURICIO CABRERA RIZEKSanto Domingo

(2 de 2)Vecinal: República Dominicana comparte la isla Española con el país más deprimido del hemisferio, en el cual se destaca una importante desigualdad económica, debilitamiento del control estatal, déficits social profundo imposibles de resolver en el corto o mediano plazo. Estas irradiaciones alcanzan nuestro país, mediante el desplazamiento masivo de la mano de obra haitiana hacia la parte Este de la isla, lo cual se traduce en problemas agudos de migración ilegal, la degradación ambiental que se desarrolla en Haití se extiende peligrosamente a territorio dominicano, así como el deterioro del sistema sanitario haitiano que trae como consecuencia el incremento del SIDA, cólera, leptospirosis, tuberculosis y dengue en toda la isla. Haití es nuestro segundo socio comercial, por lo que la política de Estado hacia esa nación sería la de incentivar a la comunidad internacional para que asuma el compromiso de la reconstrucción de Haití en Haití, para que esa nación recupere la esperanza e inicie el camino hacia un desarrollo sostenible. Es prioridad la proposición de la firma de un acuerdo de libre comercio con esa nación donde se plasmen las reglas que permitan ampliar y transparentar el comercio y que ayude a la vez a disminuir el tráfico ilegal entre ambas naciones, siempre respetando los intereses nacionales y los valores que sustentamos. Nacionales dominicanos continúan embarcándose de manera ilegal para tratar de cruzar el Canal de la Mona en frágiles embarcaciones y buscar una mejor vida en Puerto Rico. La globalización: las economías desarrolladas, las emergentes, la ampliación de las comunicaciones han ampliado los mercados, las inversiones de grandes capitales sin destino fijo, y el expansionismo cultural caracterizan el mundo globalizado de hoy. Esto provoca en los países en vías de desarrollo, condiciones desventajosas, de incertidumbre e inseguridad; no obstante, se ven obligados a hacerle frente al fenómeno con determinación; a aceptar los retos que implica ampliar las alianzas económicas; y a incluirse en los procesos de integración y lograr niveles de desarrollo altamente competitivo. Los grandes bloques económicos de Europa, Asia y América consideran que este panorama globalizado, más que un riesgo, es una oportunidad insoslayable. La globalización abrió las fronteras, con lo que la delincuencia se aprovechó rápidamente de las oportunidades que abría la libertad de movimientos de capitales, personas y mercancías, así como multiplicando la interdependencia entre los estados. La combinación de la internacionalización de la seguridad con la internalización de la defensa comenzó a borrar la separación entre la seguridad interior y la exterior, entre seguridad y defensa, entre lo público y lo privado, creando una seguridad lineal, un continuo de seguridad, en el que se incorporaron nuevos problemas. Como resultado, la inseguridad se fue desplazando a un espacio nuevo e intermedio entre la seguridad y la defensa donde comenzaron a alojarse riesgos de difícil respuesta como el crimen organizado, el narcotráfico, tráfico de armas y personas, la degradación del medio ambiente, desastres, migración ilegal, entre otros. La respuesta a los cambios se ha encontrado con varios problemas estructurales. El primero es de conocimiento, porque se trata de fenómenos recientes de los que se sabe poco sobre sus causas, dinámica y efectos para hacerles frente y que, además, evolucionan de forma acelerada. El segundo es de complejidad, porque cada fenómeno presenta varias dimensiones de riesgo que frecuentemente interactúan entre sí. A estos riesgos multidimensionales y omnidireccionales como las pandemias, el tráfico de seres humanos, la delincuencia, lavado de dinero, el crimen organizado y el narcotráfico, resulta difícil hacerles frente desde una sola política o Ministerio, por lo que se precisa un enfoque multidimensional y omnidireccional de la respuesta para evitar la dispersión de esfuerzos. El tercero es de medios, porque la globalización ha ido recortando también la superioridad y eficacia de los instrumentos tradicionales de los estados. Algunos instrumentos como, por ejemplo, el militar, ya no sirven para disuadir a posibles agresores como antes o no son suficientes para hacer frente a problemas como el terrorismo. El crimen organizado, cada vez más transnacional extenderá sus operaciones hacia todas las actividades y en todos los lugares donde tenga posibilidades de obtener beneficio, y estará mejor organizado, más informado y mejor armado. Además, y en ausencia de valores morales en los que sustentarse, aparte de los de la ganancia económica, podrá cooperar y asociarse con grupos radicales o fundamentalistas. Por otra parte, aunque los problemas de mantenimiento del imperio de la ley asociados al fenómeno multiplicador de la globalización son similares en todas las partes del mundo, las bandas criminales han salido particularmente beneficiadas por la revolución en las comunicaciones y por la porosidad de las fronteras. Todo ello facilita los tráficos ilícitos, y afecta necesariamente a la gobernabilidad estatal y, en definitiva, a la seguridad pública.

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