MUCHACHOS CON DON BOSCO

El matrimonio necesita vino

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Juan Linares, SDBSanto Domingo

El sábado pasado estuve celebrando en Santiago las bodas de plata matrimoniales de Ana y de José Antonio. Tuvimos una muy hermosa ceremonia preparada al detalle e inmensamente rica, sobre todo, en su dimensión familiar. Fue una demostración de que cuando se celebra la vida no hay fiesta que la pueda igualar. Nos preguntamos, ¿dónde está el secreto del matrimonio? Y con total seguridad puedo responder: en el vino. En el Evangelio leemos que en las Bodas de Caná, Jesús convirtió el agua en vino. En este relato constatamos que el lugar elegido por Jesús para comenzar sus milagros fue precisamente en el nacimiento de una familia, haciéndonos ver que la familia es la base de la vida y de la sociedad. Pues bien, en esas Bodas de Caná se les acabó el vino y el vino era, precisamente, un elemento fundamental de las bodas, sin vino la boda no podía ser buena. Se trata del vino de la fiesta del amor. A muchas parejas en el matrimonio, también, se les ha acabado el vino y ya no tienen amor. Con frecuencia el amor se desgasta y el compromiso asumido en vez de ser una maravillosa alegría se convierte en una pesada carga. El egoísmo y la rutina en el matrimonio estropean el vino y suelen convertirlo en vinagre. El vino de las Bodas de Caná provenía del agua de aquellas grandes tinajas que tenían en la boda. En el agua está representado todo lo real y ordinario de nuestras vidas, todo lo que somos. Lo que cambió aquella agua en vino fue la intervención de Jesús. Y el vino que allí se produjo fue el mejor. El alma del matrimonio es el amor y hay unos elementos que son fundamentales para crecer en el amor. Estos son algunos de ellos. El aprecio. Sentirse orgulloso de las cualidades del otro, admirar las acciones del ser amado, tener hacia él una alta autoestima. En el matrimonio hemos de llenar las tinajas con el agua del aprecio. La generosidad. El ser don para los demás, el servir a la persona, el hacer feliz al ser querido. En el matrimonio hay que llenar las tinajas del agua de la generosidad. La unidad. Es la obra del amor, es tener una misma tarea, es estar al lado en lo favorable y en lo adverso. En el matrimonio hay que llenar las tinajas del agua de la unidad. La alegría. Es ser positivo en todo, es hacer de la vida una fiesta, es dar alegría a los demás. En el matrimonio hay que llenar las tinajas con el agua de la alegría. Cuando las tinajas están llenas, el secreto está en saber convertir esta agua en el mejor de los vinos. Esto, solamente, lo puede hacer Dios. Por eso el sacramento del matrimonio nos ofrece ese vino añejo que hemos de saber saborear y conservar. Fue María, la madre de Jesús, la que se dio cuenta de que les faltaba el vino. María es la que nos enseña que el matrimonio es cosa de tres: la pareja de esposos y Jesucristo. Ana y José Antonio, comprobaron que luego de 25 años tenían un vino añejo mejor y se comprometieron a conservarlo, y por eso todos les deseamos: Muchas Felicidades.

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