CONTACTO
La animación socio-cultural en la relación escuela-comunidad
2/3 El reto de ver la animación socio-cultural como un eje que atravesaría todo el currículum, nos obligó a interactuar con los responsables de todas las áreas y ámbitos de la educación dominicana. En la docencia, la animación socio-cultural tiene como finalidad el fortalecimiento de las redes culturales, buscando una mayor participación de la educación en el capital cultural de la sociedad, practicando el enriquecimiento de la identidad y la autoestima, mediante una relación adecuada entre lo propio y lo foráneo. La identidad cultural se constituye en una piedra angular de la animación. Para justificar la inclusión de esta en los centros educativos, no puede ser considerada como algo totalmente improvisado, sino como componente meditado y seguido por técnicas que tampoco pueden eliminar la espontaneidad tan consustancial a todo proceso creativo. Hay aspectos indisolubles a la esencia de la animación, tales como: La participación, la impulsión y la libertad. No es posible asumir la animación socio-cultural sin el protagonismo y la participación de la propia gente y esta tiene que ser normada por una actitud consciente para no caer en lo señalado por el destacado intelectual español Xavier Rubert de Ventós, cuando señala: “¿Cómo ser espontáneo, cuando me dicen que lo sea?, ¿cómo participo si me dicen que participe?, en el fondo si participo en el espectáculo porque me lo dicen, estoy obedeciendo, no participando. Los criterios sobre animación socio-cultural y su indiscutible relación con la democracia tienen dos vertientes sobre las cuales hay que reflexionar y que nos conduciría a caminos distintos “Democratización de la Cultura o Democracia Cultural”. El primer concepto remite a la divulgación de un conjunto de saberes que produce una élite y que es difundida en forma masiva a los sujetos, quienes la reciben pasivamente a través de la unidireccionalidad. La Democracia Cultural, identificable con la esencia de la animación socio-cultural, se entiende como participación colectiva y redistribución del poder cultural, dando la palabra a los sujetos para que realicen desde su óptica los aportes del proceso de creación cultural, a fin de contribuir eficazmente al desarrollo y la auténtica democracia, cuya base esencial es la soberanía popular. Se inclina esta área a adoptar esta concepción que está además íntimamente ligada a experiencias latinoamericanas, como la de Paulo Freire, con su educación en libertad. La pérdida de aspectos esenciales de la identidad cultural, el rápido proceso de inversión de valores esenciales a través de una acelerada transculturación y la momificación de la escuela dominicana, bastante apartada de la vida y su conexión con la cotidianidad, la falta de fe en la persona, en el grupo y en la acción organizada y la viabilidad de un proyecto auténticamente nacional hacen de la animación socio-cultural una necesidad; sobre todo si nos adherimos a la definición de la Unesco: “La Animación Socio-Cultural es el conjunto de prácticas sociales, que tiene como finalidad estimular la iniciativa y la participación de las comunidades en el proceso de su propio desarrollo y en la dinámica global de la vida sociopolítica, en la que están integrados”.