Opinión

FUERA DE CÁMARA

Matos Moquete y Peterson

Manuel Matos Moquete y Wellington Ascanio Peterson Pieters estuvieron desde muy temprano en Cuba enviados por el 14 de Junio para entrenarse en la guerra de guerrillas. Conocen como pocos las intimidades de la izquierda díscola de la época, el movimiento caamañista y las miserias humanas de la mayoría de sus excompañeros. Estaban supuestos a llegar con Caamaño en la aventura de Caracoles, y el día que el líder de esa guerrilla cayó, hasta la CIA norteamericana perdió la pista y dio a Wellington por muerto en Nizaíto al confundirlo con Eberto Lalane José, de similar origen ideológico y cierto parecido físico. Matos Moquete había viajado al país meses antes a organizar la guerrilla urbana y lo detuvieron en el aeropuerto con documentos falsos. Ambos llegaron a Cuba primero que Caamaño, en 1967, y eran íntimos de Amaury Germán Aristy, a cuyo lado entrenaron militarmente en Pinar del Río, en una zona boscosa de abundantes palmeras de donde salió posteriormente el nombre de “Los Palmeros” cuando se rompió la unidad del 14 de Junio. Ante el lodo que se ha lanzado ahora para desfigurar la imagen de Caamaño, tanto Matos Moquete como Wellington han dado un paso al frente, como era de esperarse. Le dio la cara a Román… Del grupo original de Amaury, sólo Lalane y Wellington permanecieron hasta el último momento junto al Comandante Román –nombre de guerra de Caamaño–, mientras el gobierno cubano alargaba la logística imprescindible para emprender el regreso armado al país. En el interín se produjeron los acontecimientos del 12 de enero de 1972 donde murieron Germán Aristy y sus compañeros Perdomo Pérez, Leal Prandy y Cerón Polanco en la autopista de Las Américas. Esos sucesos precipitaron el rompimiento del movimiento caamañista con los remanentes de Los Palmeros, una relación realmente tormentosa que se venía agravando desde que Fidel modificó su política de solidaridad internacional después de la muerte del Che. El mismo 12 de enero de 1972, Wellington le plantó cara a Román y le cuestionó sus métodos antes de irse del campamento con dignidad. A partir de entonces Caamaño y su ya menguada fuerza quedaron varados en Cuba. Un testimonio histórico… Wellington publicó un artículo el domingo en el diario Hoy que constituye un valioso aporte testimonial con el propósito de reparar el daño innecesario que se ha pretendido infligir a la memoria de Caamaño. Matos Moquete hace lo propio en una serie de artículos que publica desde el sábado en Diario Libre. Ambas versiones adquieren trascendencia histórica… Porque ellos no fueron de los aventureros que viajaron a Cuba, como tantos otros, buscando algún medio de vida. Eran jóvenes de clase media, con concepto de familia y nivel universitario. Wellington recuerda a Román con respeto y veneración, sin dejar de reconocer los errores que como humano pudo haber cometido: “El Caamaño que conocí en Cuba era un hombre de mucha nobleza personal y espiritual. (…) Nunca lo vi fuera de sí ni hacer uso indebido de bebidas alcohólicas; compartía un trago social con nosotros en determinados momentos de celebraciones… “… Era un hombre de carácter, como debía ser, pero no temperamental; no era un ángel, como ninguno de los demás, su origen militar y su vida en los cuarteles formaron la reciedumbre de su personalidad… ¡…Fue un auténtico patriota y revolucionario…”. Mañana, la versión de Matos Moquete.

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