Opinión

¡Como me lo contó Montes Arache!

El coronel Manuel Ramón Montes Arache, secretario de las Fuerzas Armadas del gobierno constitucionalista del presidente Francisco Caamaño en 1965, me relató en una entrevista que publiqué en uno de los diarios nacionales, a finales de los años 70, que él acompañó al coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez, ideólogo, líder y mártir del movimiento constitucionalista, a raíz de su llegada e incorporación combatiente a la revolución constitucionalista, a una especie de inspección por toda la zona rebelde, mostrándole los límites urbanos bajo control del gobierno constitucional. Cuando se aproximaron al Palacio Nacional (Montes Arache me dijo que fue el 15 de mayo en el atardecer, Fernández Domínguez había llegado el 14 de mayo), observaron unas trincheras que los soldados que ocupaban el Palacio habían hecho en los jardines. Miraron la distribución visual del entorno y los distintos espacios donde se agolpaban los militares. Según me contó en aquella ocasión Montes Arache, él le dijo a Fernández Domínguez, que hicieran un simulacro de toma del Palacio para ver cómo estaban las defensas de los guardias que lo ocupaban. Montes Arache estaba acompañado de la unidad élite de los “hombres ranas” de la Marina de Guerra, que se había convertido en una leyenda de heroísmo en los combates del puente Duarte del 27 de abril y en la toma de la Fortaleza Ozama el 29 de abril, y en múltiples escaramuzas militares. Fernández Domínguez estuvo de acuerdo, y de inmediato, previa coordinación de Montes Arache y distribución estratégica del poder de fuego, se inició el tiroteo contra las posiciones del Palacio Nacional. Para sorpresa tanto de Montes Arache como de Fernández Domínguez, al cabo de unos minutos de fuego cruzado, los militares abandonaron desordenadamente sus trincheras, dejando al descubierto los jardines, mientras era silenciado el fuego inicial de algunas compuertas del Palacio Nacional. Entonces Montes Arache le propuso a Fernández Domínguez, aprovechar el momento para tomar el Palacio Nacional, pero finalmente, decidieron no hacerlo y preparar de inmediato con mayor participación de combatientes la toma del Palacio, (Montes Arache me confesó que hubiesen tomado el Palacio sin mayores dificultades, pero que había que comunicar esa acción al gobierno constitucionalista, luego me dijo: “me arrepiento de no haberlo hecho esa tarde”). De ahí salieron entusiasmados, a celebrar una reunión urgente, en la segunda planta del local donde operaban los helados Capri, en el Malecón, donde no había luz eléctrica y se sentaron alrededor de una mesa con velas encendidas. En esa reunión con Fernández Domínguez, surgió la “operación lazo”, que consistía en un ataque al Palacio, por tres vías distintas que finalmente se cruzarían en una especie de “lazo” sobre las tropas allí acantonadas. Debo consignar, tal y como me lo expresó Montes Arache, que las tropas norteamericanas, colindantes con el Palacio, no intervinieron en ningún momento para defender a los militares que presa del pánico huían despavoridos y abandonaban sus posiciones, a diferencia de lo que ocurriría cuatro días después. El plan de la “operación lazo” era impecable, una columna al mando de Illio Capocci, el veterano combatiente italiano de la Segunda Guerra Mundial, atacaría de frente, concentrando sobre su columna combatiente todo el fuego distraído de los militares, mientras otra columna encabezada por Montes Arache, entraría por la Calle Moisés García y se internaría por donde estaba o está el edificio de los Servicios de Seguridad del Estado, la otra columna penetraría por la calle 30 de Marzo, por el patio de la casa del doctor Marcelino Vélez Santana, uno de los participantes o colaboradores de la gesta del 30 de mayo de 1961, quien era miembro del gabinete de Caamaño, encabezada por el coronel Fernández Domínguez e integrada por líderes del Movimiento 14 de Junio, quienes dirigidos por el doctor Juan Miguel Román se habían identificado con la acción ante una propuesta de Fernández Domínguez. Esta columna tenía como objetivo silenciar la ametralladora 50 en poder de los guardias que resguardaba el garaje donde estaban los tanques de guerra, y apoderarse de los mismos, para finalmente confluir en un lazo militar que liquidaría la resistencia palaciega. Animaba a Montes Arache y Fernández Domínguez la experiencia del día 15 de mayo, en la cual los guardias atrincherados en Palacio, abandonaron la refriega y huían aterrados, y la no participación de las tropas norteamericanas, que no acudieron a socorrer a los militares del CEFA. Pero el factor sorpresa, que es clave en toda acción militar, se había perdido. Era un rumor generalizado en toda la zona constitucionalista y fuera de ella, que se preparaba el asalto al Palacio Nacional. Capocci logró entretener a los guardias de Palacio, durante un buen tiempo, en una formidable demostración de habilidades combatientes, saltando de un extremo a otro, hasta caer ante las puertas del Palacio. Montes Arache al intentar cruzar por el edificio de Seguridad es herido en una mano por el lanzamiento de una granada, que hiere a otros combatientes y se encuentra, con que, el lugar ha sido fortificado, lo cual lo obliga a la retirada. Fernández Domínguez junto a los combatientes de su columna cae en una emboscada en el callejón que detiene su avance, se repone y concentra el fuego sobre la ametralladora calibre 50 que resguardaba los tanques, logrando silenciarla. ¿Qué sucedió entonces? Volveremos sobre el tema.

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