Opinión

Las palabras del embajador Cinéas

Silvio Herasme PeñaSanto Domingo

Las declaraciones del embajador Fritz Cinéas, de Haití, sobre las relaciones dominico-haitianas resultan muy interesantes para aclarar el fondo de las conversaciones entre su país y República Dominicana. Ha dicho el embajador que el problema de los descendientes de la etnia haitiana en el país es un problema nuestro, y que su gobierno no puede intervenir en el caso. Tiene toda la razón. Pero resulta que el excónsul haitiano, señor Paraison, ha manifestado que la posposición de la reunión formal entre las partes obedece al retraso del proyecto de ley sobre la naturalización de descendientes de su país. Y atribuye ese sentimiento el señor Paraison al criterio del primer ministro, señor Lamothe, quien es el que ha pospuesto en cinco oportunidades el contacto dominico-haitaiano. Si el problema es dominicano, porque se interesa tan importantemente el gobierno del señor Michel Marthely. ¿No sería prudente que el tema se deje a las autoridades dominicanas?. Personalmente doy más crédito a lo que ha dicho Paraison que a lo expresado muy diplomáticamente por el señor Cinéas persona a la que tengo gran afecto. ¿Por qué?. Porque es de un interés vital para Haití que la etnia haitiana sea legalmente reconocida más allá de lo reglamentado por la Sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional. Esa sentencia le niega la nacionalidad a los descendientes de inmigrantes que habrían llegado al país de manera ilegal. Ellos quieren que los descendientes haitianos disfruten de un “status” legítimo como una manera de que eventualmente puedan participar en la vida socio-política en el país, a lo que tendrían derecho legítimo. Una de las reacciones más recalcitrantes de parte de los partidarios del concepto del Tribunal Constitucional es precisamente prever que una minoritaria etnia haitiana adquieren derechos para participar en la vida política nacional. Ven esa eventualidad muy remota como un peligro para el futuro y la independencia dominicana. ¿Acaso debemos olvidarnos del fenómeno político del doctor José Francisco Peña Gómez? ¿Puede alguien suponer que el líder carismático del PRD pudo constituir un peligro para el país?. El hombre que elevó políticamente al doctor Peña fue nada más y nada menos que el profesor Juan Bosch, líder cuya influencia se siente aún en el Estado Dominicano ya que su partido aún gobierna. El mismo doctor Joaquín Balaguer siempre respetó ñaunque lo combatió- al malogrado líder perredeísta. El que un originario haitiano en el futuro ascienda políticamente en el país puede resultan tan peligroso para este país, como lo supondría ahora el gobierno de Barak Obama en los Estados Unidos. La presencia de Obama en la presidencia de los Estados Unidos es el resultado de un hecho excelente para los norteamericanos y sólo personajes muy recalcitrantes se quejan de su insurgencia en la política. Es lo mismo que podría ocurrir en el país si en el futuro un descendiente de haitianos, pero nacido dominicano, pudiera resurgir como un importante político nacional sin que ello implique la eliminación de la República Dominicana como lo temen los ultranacionalistas dominicanos de hoy. Lo curioso es que los ultranacionalistas haitianos también temen lo mismo. Postulan el criterio de que los dominicanos se quieren vengar por los años de ocupación iniciada por Bouger en el 1822, cuando cercenó la proclamada independencia de 1821 y puso en marcha ñel gobernante haitiano- la ocupación total de la isla. Suponemos que los temores de los ultranacionalistas no se refieren a la cuestión de raza, sino al temor de la denominada “unificación” de la isla. Balaguer planteó en su libro “La Isla al Revés” un acuerdo enfictiónico Que contempla un gobierno de la isla integrado por los dos países. Nadie más que Balaguer ha hecho ese planteamiento. Y el propio embajador Cineas-muy a su manera- dice que el gobierno haitiano respeta la soberanía del gobierno de la República Dominicana. Con su más y su menos asumamos que el gobierno haitiano respeta al dominicano en cuanto a decidir sobre temas de su soberanía. Eso sería lo mejor. Pero afirmaciones como la del excónsul haitiano, el señor Paraison, parecen responder al pensamiento legítimo del gobierno haitiano y no el de Cineas que puede verse sólo como un juicio para uso diplomático. Sea una cosa o la otra, los dominicanos debemos tener un firme criterio sobre el tema que se discute: Se modifica o se mantiene igual la Sentencia del TC? Esa es un tema que está en manos del presidente de la República y del Congreso Nacional. Pensemos lo que debemos hacer que eleve la estimación del país a nivel internacional y no permitir que se crea en el exterior que somo “racistas y esclavistas” concepto ambos que no nos corresponde de ninguna manera. Veamos los juicios del embajador Cinéas y del excónsul Paraison como expresiones particulares de cada uno de éllos. Y dejémoslo ahí. Simplemente.

Tags relacionados