Opinión

Las aguas vivas del ensueño y el decoro

Entre las obstrucciones que acogotan el siglo XXI, en plena era digital y avance incontenible de la cibernética, ¿a qué no podemos renunciar? A la memoria lúcida, al patrimonio intangible de la mayor riqueza acumulada por un hombre; a su recuento, a su hoja de servicios, al granito de arena colocado como ofrenda y colaboración de su vivencia social. La memoria nos sobrevivirá, porque constituye un orden referencial común a todos los hombres. Nada ha podido crear el hombre que no esté datado por su propio proceso de aprendizaje social en medio de las desigualdades más espantosas de la llamada civilización humana. En una vieja discusión teórica planteamos que el ser humano sobrevive egoístamente porque olvida, no porque recuerda. La tesis es que, si recordara en sentido crítico no habría exterminios, ni guerras étnicas ni luchas insensatas; no destruiríamos el planeta. Es todavía más dramático: el ser humano no repetiría la historia con las mismas herramientas truculentas del poder, y no como ahora que no recuerda nada en sentido estricto crítico del pensamiento gnoseológico. Esa es la importancia de la memoria como preventivo, como regulador de la acumulación de experiencias vitales en la lucha por trascender y evolucionar. Es por esos caminos que aparece la recia personalidad del Ing. Rafael Báez Pérez (Cucuyo), transcribiendo sus memorias relacionadas con el trabajo de las relaciones internacionales. Esta obra, “Mis vivencias internacionales” es un recuento organizado, debidamente establecido del trabajo minucioso, solidario, fraterno, que el Ing. Báez desarrolló durante varias décadas al servicio de sus ideas, del pueblo dominicano y de la nación dominicana. Desde la introducción, el autor nos refiere su cosmovisión y su accionar humano y social. Viene de las ergástulas de la tiranía trujillista por su oposición a la opresión. Cuando decide viajar fuera del país y alcanzar un destino más abierto de posibilidades profesionales y políticas, la dictadura se lo impide, convirtiéndolo en un rehén del terror policiaco, como la mayoría de los dominicanos y las dominicanas. Y cuando la dictadura se derrumba vapuleada por la gesta heroica del 30 de mayo de 1961 y se inicia la transición democrática, antiguos compañeros de presidio, enrolados en el Estado y apurando las mieles del poder político, le ofrecen la oportunidad de desempeñar funciones diplomáticas, la cual rechaza por sus compromisos con la Agrupación Política 14 de Junio, reducto sublime del proyecto trinitario de Juan Pablo Duarte... El libro nos ofrece una panorámica intensa de visitas a países de América y de varios continentes, misiones de contacto, relaciones con figuras del más alto nivel internacional, actuando como un Canciller de la dignidad política de los pueblos en lucha por su liberación. Su integración al PRD bajo la tutela ideológica de José Francisco Peña Gómez, a mediados de los años 90, le proporcionó un mayor escenario político para ampliar y desarrollar sus aptitudes en el manejo de las relaciones internacionales. Su nombramiento como Embajador en Cuba en el período 2000-04, fue de alto rendimiento no solamente en las relaciones entre los estados, sino entre los pueblos. Su ejercicio diplomático fue constante, desde cumplir con sus funciones manteniendo relaciones de respeto mutuo y equilibrio entre las dos naciones, hasta convertir la embajada dominicana en Cuba, en una fuente de intercambios educativos, culturales, científicos, artísticos, de apoyo para los pueblos, de concursos, conferencias, ayudas. En el libro se destaca la participación del Ing. Báez Pérez en múltiples cónclaves internacionales, su relación con mandatarios de la dimensión de Fidel Castro, de Ignacio Lula, de Chedi Jagan, entre otros. Se reseña el rol desempeñado en el Foro de San Paulo, junto a otros representantes dominicanos. Encontramos en este libro la calidez del recuerdo en la evocación de José Francisco Peña Gómez, donde se citan fragmentos y textos completos de sus intervenciones en la Internacional Socialista. Como un delegado de los pueblos y con visión democrática y pluralista, el Ing. Báez estuvo en varias actividades en Estados Unidos, resaltando su vocación universal de combatiente de las ideas, de las buenas relaciones y la amistad, en lucha por la paz. “Mis vivencias internacionales” es una obra llena de fotografías testimoniales de los largos periplos por el mundo. Con las imágenes navegamos hacia una presencia de luz y compromiso solidario. Es toda una vida la que se transparenta de un hombre de vanguardia y de pensamiento, de un dominicano con cohesión social, con dignidad altiva y con sobradas manifestaciones de amor por su Patria y por la libertad. Esta obra alude a su principalía en el manejo de las relaciones internacionales, sin variar un ápice en sus creencias de bien y en esa actitud constante de su vida, que ha sido la de ser consecuente con quienes somos sus amigos y con su pueblo. Y es que no podemos renunciar a la memoria, sobre todo cuando esa memoria, como en el caso del Ing. Rafael Báez Pérez, es recipiente glamoroso de las aguas vivas del ensueño y del decoro.

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