Opinión

FUERA DE CÁMARA

¡La convergencia nonata...!

La actitud veleidosa de Hipólito Mejía sobre la solución a la crisis del Partido Revolucionario y sus negociaciones con Miguel Vargas, no tiene nada que ver con el compromiso de mantener semejante propósito en estricta confidencialidad sino que es parte de su bipolaridad política, de su temperamento cambiante y ambivalente. Se resiste, además, a aceptar que sus posibilidades de volver al poder están cada vez más menguadas por no decir aniquiladas... Pero más que eso, reniega plantearse la jubilación política como alternativa de vida, a pesar de que para las próximas elecciones nacionales tendrá 75 años de edad, tres cuartas parte de siglo. Este último argumento es perfectamente entendible en una sociedad donde la cultura política hace candidaturas eternas y los aspirantes a la Presidencia se secan en el palo como el caimito. ¿Balaguer no fue candidato a los 94, ciego e inválido...?. Lo único seguro es que Mejía descartó la aventura electoral extraperredeísta para avenirse a un arreglo interno en su partido garantizando vigencia y poder decisorio en un futuro y eventual gobierno de su partido. Una tercera opción era apoyar a Abinader ofrendando el liderazgo que le queda en el PRD y el prestigio de expresidente. Esa posibilidad ha sido descartada de plano, como veremos más adelante. Aunque todo el mundo tiene claro, incluyendo su propio entorno, que Mejía depende de un temperamento susceptible de hacerlo cambiar radicalmente de un extremo a otro. Su visita a Mao...No se llame nadie a engaños. La visita de Hipólito a Mao este domingo sintoniza exactamente con lo que negoció en principio con Miguel Vargas durante sus dos reuniones recientes con miras a plantearse fórmulas unitarias. ¿Qué fue lo que negociaron? Casi nada: abrir canales de entendimiento, morigerar --de parte de Mejía, por supuesto--, el vocabulario hostil y ofensivo y crear grupos de trabajo que confluyan en un entendimiento para reunificar el partido. Eso ya es demasiado en una organización que había abortado todo intento de unificación y que tenía como un hecho el desprendimiento definitivo de Mejía y Abinader para estructurar candidaturas nacionales, congresuales y municipales en una convergencia opositora. Mejía, en cambio, se ha planteado reorganizar su estructura política a nivel nacional. Su visita del domingo a Mao lo dejó en evidencia: ni uno solo de los seguidores de Luis Abinader lo acompañó en ese viaje, y formó su estructura grupal en Valverde marginando a la gente de su pasado candidato vicepresidencial. No pasó inadvertidoPara la gente de Abinader esto no ha pasado inadvertido. El hijo chiquito de Peña Gómez, Tony, ha reaccionado admitiendo que han sido marginados de las negociaciones unitarias que se llevan a cabo en el PRD. De paso, propuso una fórmula macarrónica para librar a su partido de la división mediante tres encuestas para escoger al candidato presidencial, al candidato vicepresidencial y al presidente del partido. Más que solución, la sugerencia del coordinador nacional de Abinader lo único que logra es despejar cualquier duda de que Hipólito y ese grupo se distanciaron para siempre... Y de paso, admitir lo que todo el mundo sabía pero que nadie le puso fecha de extinción... La llamada “Convergencia por un mejor país” ha terminado antes de nacer, como el libro del doctor Fernández Spencer: ¡Fragmentos de un Diario Nonato...!

Tags relacionados