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¡Danilo y la historia!

Danilo Medina mantuvo una popularidad sobre el 80 por ciento en el 2013 a pesar de que las encuestas mostraron porcentajes de inconformidad por problemas como la delincuencia, falta de empleo y de oportunidades, el alto costo de la vida, las malquerencias políticas y las veleidades del liderazgo nacional, insatisfacciones similares a las del último lustro. A partir de ahí habría que colegir que la popularidad del mandatario no necesariamente guarda relación directa con la solución de los problemas básicos de la población, al menos en la percepción de la gente. Tal vez porque resultan evidentes los esfuerzos que hacen el Presidente y parte de su equipo para aplicar políticas en favor de las mayorías, aunque aún no se vean los resultados. Su estilo frugal y sencillo, cercano a la gente, sin caer en chabacanerías y manteniendo porte de estadista, puntual y respetuoso, le han granjeado a Danilo el cariño, la admiración y el respeto de los dominicanos. Probablemente porque muchas de esas cualidades contrastan con el modelo de presidentes que hemos tenido en los últimos años. La popularidad de Medina llegó a su cota máxima cuando todavía despuntaba el 2013 con su magistral discurso ante la Asamblea Nacional, el 27 de febrero, y la denuncia del contrato de la Barrick Gold para exigir su revisión. Utilizó una frase que quedará grabada en la historia: “Quiero que me escuchen bien: el oro que subyace en el suelo de la patria de Duarte, Sánchez, Mella y Luperón, es del pueblo dominicano, de nadie más”. Esas palabras constituyeron el mejor homenaje que podía hacerle Danilo Medina al Padre de la Patria en el bicentenario de su nacimiento, y constituyeron el grito de guerra de la defensa de los intereses de la Nación. Llegaron al corazón de los dominicanos, rebrotando un patriotismo que a veces luce dormido, pero que habita en cada hijo de esta tierra. Prácticamente todo el país, con conocimientos o no de los detalles del contrato denunciado, sintió el orgullo de contar con un líder que estaba dispuestos a enfrentar a cualquier sector, por poderoso que fuera, en defensa de los intereses del país. Después del discurso, a la poderosa minera multinacional ,que se había negado a modificar el contrato, no le quedó más alternativa que revisar su posición. De nada valieron las advertencias de embajadores y empresarios sobre el supuesto “atentado a la seguridad jurídica” que constituía la revisión del contrato. Ni que la Barrick estuviera presidida por un hombre históricamente vinculado a importantes círculos de poder norteamericanos y que contrataran influyentes oficinas en Washington para cabildear presiones sobre el país. Y a pesar de que se lo propusieron, Danilo se negó a que el contrato fuera “evaluado” por organismos multilaterales como punto de partida para la renegociación. Las presiones de otros gobiernos y de organizaciones comerciales y empresariales internacionales le importaron un comino. Esa firme y valiente postura provocó que quienes mantenían una actitud arrogante y se mostraban displicentes y truqueros a la hora de negociar, tuvieran que sentarse a pactar en serioÖpara luego ceder. El Estado consiguió importantes beneficios en esa renegociación y ahora dispondrá de varios cientos de millones de dólares que Danilo podrá invertir durante su gestión. Como consecuencia de esa firme determinación, desde el pasado 27 de febrero la popularidad de Danilo Medina no ha bajado del 80 por ciento. Es el Presidente mejor valorado del continente. El ejemplo de la Barrick demuestra que la firmeza de un jefe de Estado en defensa de la soberania y de los intereses de su país puede resistir y doblegar la más fuerte de las presiones. Y que cuando una sociedad observa a su líder defendiendo esa soberanía de forma valiente y decidida, le ofrece su apoyo irrestrictamente. Entonces la pregunta es obligadaÖ. ¿Por qué Danilo Medina se ha mostrado tan diferente en la defensa de la soberania, de las instituciones y de la nacionalidad dominicana en el caso de la sentencia TC168-13? Es preferible no pensar que el motivo es simplemente financiero porque la aplicación de la sentencia no tiene reflejo en los ingresos presupuestarios de su cuatrienio... Menos aún, que sea porque falte peso en el ruedo del pantalón. En cualquier caso, la historia se ocupará del balance final. Porque los pueblos, -cuando se trata de su soberanía, de su libertad, de su independencia, son simplemente implacables. ¡De él dependerá...!

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