Solo por amor

En nuestro país hay muchas instituciones y personas que abrazan grandes causas sociales inspiradas sólo en la fe, el amor y una tremenda vocación de servicio. Desarrollan su labor a “mano pelá”. Dependen de la generosidad de empresas, de ayudas personales, de actividades reaudadoras de fondos, de “boronas” públicas y de otros ingentes esfuerzos que les permiten subsistir. Las personas que presiden estas instituciones y desarrollan estas proezas sociales son las Madre Teresa del bien común. Entregan su vida a cambio únicamente de recompensas espirituales que la mayoría de las veces no son valoradas por la sociedad en la grandeza de su expresión. Los nombres de estas personas deberían grabarse en la memoria de la patria como patricias de la generosidad. Hablo de las monjas que trabajan con asilos de ancianos y sacerdotes que orientan a los jóvenes desde sus iglesias y hogares. Hablo de las damas que presiden el Instituto de Rehabilitación. Hablo de las personas que están al frente de Villa Bendición rescatando vidas y orientando jóvenes. Hablo de Hogares Crea, Hogar doña Chucha, Canillistas con Don Bosco y de los cientos de personas que consagran amorosamente su tiempo a servir y que están diseminadas por la geografía nacional irrigando cariño y bondad. Nuestro país está lleno de mecenas silenciosos que trabajan con el corazón y que dedican su vida a ayudar al prójimo, El país tiene grandes deudas con este coro celestial del bien. En el alma de la patria deberían estar sus nombres y en su pecho deberíamos depositar todos los honores que le quepan. Porque ellos viven para ayudar y ayudan sólo por la pura vocación divina de hacerlo. Entonamos desde aquí el himno que ya se ganaron en el cielo.