Opinión

PANCARTA

Leonel pone la caja y el gobierno la mortaja

Raúl Pérez Peña (Bacho)Santo Domingo

Todo Estado y toda institución de cualquier país existen para proteger la integridad física y moral, el derecho a la libertad y la verdad de cada uno de sus ciudadanos. Nunca al revés. Aceptar la violación de uno solo de los derechos humanos contra uno solo de los ciudadanos de un país con la complicidad del Estado o de alguna de sus instituciones, afecta y lesiona la legitimidad de todo el Estado. Rechazamos cualquiera de las excusas que niegan el derecho a la justicia y la verdad. Sin verdad no hay paz; sin justicia no hay democracia. Los derechos humanos no se mendigan. Se exigen. La Justicia en su laberintoEmilio Cafassi, EduardoGaleano, Juan Gelman y Jorge Majfud. La célebre sentencia del Tribunal Constitucional ha provocado curiosidades como ver a un Leonel Fernández en Washington renegar de su engendro y regresar al país proclamando “posición anterior”, como si nada hubiera dicho. Su obra de mano en la sentencia 168/13 es herencia del Pacto Patriótico (1996). Como jefe de la OTAN morada, Leonel Fernández puso el ataúd o la caja mortal de las víctimas de la ley: un cuarto de millón de dominicanos de ascendencia haitiana. Agregue la responsabilidad del Tribunal Constitucional en los desenlaces que prohijaría un racismo desbocado. Fernández dice: “La sociedad dominicana no es racista”. Yo agrego: “A pesar de Leonel”. No se sorprenda el lector si Leonel ordena demandarme, o mueva hilos para despojarme de mi derecho a expresarme públicamente. ¿Quién lo duda? La OTAN y Leonel Fernández también pusieron la caja y el gobierno la mortaja del deceso de las obligaciones internacionales contraídas por República Dominicana. Problemas enraizados y cultivados aquí mediante invernaderos, ahora se atribuyen a importaciones. Una orquestación con un coro mediático y múltiples vuvuzelas caseras. Atrapado en su complicidad con la OTAN morada, cuyos funcionarios son protegidos con grosera impunidad, el gobierno dispone de una mortaja ajustable a lo que suceda. Asimismo, el gobierno se beneficia del silencio del ALBA ante un tema crucial, algo que deploran los sinceros amigos de la entidad bolivariana. Lamentablemente, el ALBA deja lugar a que la funesta OEA le coma los caramelos.

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