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Opinión

FUERA DE CÁMARA

¡Cuánta confusión política!

Bastaría echar una ojeada a los partidos de todas las tendencias u orientaciones para comprender la dimensión de su descrédito y desgaste, de su pérdida de credibilidad, de la degradación del liderazgo, de la desconfianza que inspiran, de la cualquierización de la actividad política. Empecemos por los más chiquitos, para dejar la mejor parte de último... Son grupúsculos que se activan en el período electoral, pero el resto del tiempo sus dirigentes se las ingenian parasitando en el Estado y con presencia permanente en los cuchumil programas de radio y televisión que ensordecen todo el día, “desde que Dios amanece”. No tienen que estar necesariamente con el gobierno ni apoyar al PLD. Lo mismo hacen estando en la oposición: se arriman a uno de los partidos mayoritarios y desde allí proyectan su supervivencia a través de alguna alianza que les suministre un mínimo de oxígeno mientras llega la zafra electoral. Y siempre la misma historia. Porque la ley está tan mal concebida que les garantiza legalidad hasta la eternidad siempre que acudan a las elecciones aliados con cualquiera de los partidos que obtiene más del 5 por ciento de los votos o si logran alguna representación así sea un concejal de la más apartada junta municipal fronteriza. El hecho es que de esa forma logran mantener la personería jurídica que los convida cada cuatro años a la mesa del reparto, donde reciben de un tirón por lo menos ocho millones de pesos mientras vuelven a negociar las siglas con algún candidato de potencialidad para seguir en lo mismo... Y si tienen suerte, hasta una dirección general sin importancia les puede tocar. ...Y entonces los medianosEsos son más malos aún porque crean falsas expectativas con candidatos coyunturales que suelen granjearles apoyo. Pueden llegar hasta a los principales financiadores de campaña que si no les dan mucha plata por lo menos les garantizan promoción, espacios en los medios, vallas, afiches... Fue lo que pasó, por ejemplo, con el candidato del Partido Reformista del 2008, Amable Aristy Castro. Todo el mundo sabía que no sacaría ni siquiera el 5 por ciento de los votos... ¡Pero cuánta bulla hizo! Cada día lanzaba a la multitud hambrienta miles de pollos, puercos, pavos, barras de salchichón, paquetes de arroz y otros alimentos, ofreciendo un espectáculo sin parangón en nuestra historia electoral. Paralelamente tenía centenares de guaguas anunciadoras o “discos lights” en las calles y carretera y compitió con el PRD y el PLD en propaganda visual, radio, televisión, periódicos. Con menor capacidad, pero en el mismo rango, participaron en esos comicios el ingeniero Eduardo Estrella y el doctor Guillermo Moreno. Todo el mundo sabía que iban a perder, menos ellos... También los dos grandesCon los dos partidos que han polarizado las últimas cinco elecciones ocurre lo mismo pero en mayor proporción. Tanto el PLD como el PRD se han ocupado de tirar al zafacón la historia y tradición de sus fundadores y líderes Juan Bosch, en partida doble, y el doctor Peña Gómez. Al PRD no le cabe ya más desprestigio y si todavía sobrevive a su eterna garata es porque no ha surgido una fuerza electoral que contrapese “el comesolismo peledeísta”. Y el PLD parece que trilla ahora similar camino. Con las excepciones que pueden contarse con los dedos de una mano, la dirigencia de ambos partidos ha perdido toda credibilidad. Vale la pena volver sobre el tema...

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