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How are you, Mr. Castro?
La diversidad de reacciones que he visto, con relación al saludo de Obama a Raúl Castro durante los funerales de Mandela, me recuerdan aquel famoso cuento del campesino que transitaba por un camino acompañado de su mujer, encaramada sobre un burro y que, no importaba quién subiera o no al jumento, de todos modos recibía la crítica de los que les miraban al pasar. Si Obama hubiese ignorado a Castro, haciendo como si no le hubiera visto, el comentario a leer de seguro trataría sobre “la cruel descortesía del Presidente norteamericano; su falta de respeto en un ambiente solemne como aquel”, etc. Pero como tuvo la decencia de estrechar la mano de quien muchos creen erróneamente enemigo de Estados Unidos (¡Vaya!, muchos sostienen que Castro no ha caído gracias a EEUU), entonces resulta que se trató de “algo inconcebible, que riñe con la dura política norteamericana frente al régimen cubano”. Quienes así opinan, no han abierto los ojos a la realidad del cambio que experimenta el mundo. No quieren darse cuenta que cada día las puertas de Estados Unidos están más abiertas hacia Cuba y viceversa: más vuelos, más negocios, más concesiones. Gracias a eso, hoy día Cuba no tiene nada que envidiarnos en cuanto al número de turistas que le visitan cada año. Y con todo y dictadura a puertas cerradas, Cuba recibe más millones de dólares en remesas que nosotros, que tenemos cincuenta años exportando recursos humanos a Estados Unidos, Europa y el resto del mundo. Cuba se va abriendo al capitalismo mientras, extrañamente, Venezuela se va cerrando a un modelo socialista caduco y probadamente inoperante, que estancó en la miseria al pueblo cubano que solo ha recibido, como compensación a ese sacrificio, un buen nivel educativo y de salubridad con el estómago vacío. El saludo de Obama procedía, no solo por cortesía, sino por el giro a su proverbial oposición al comercio con la isla y viceversa. El que no lo entienda se quedó atrás, o es un radical de esos que nacieron con la mollera cerrada.