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Tiempo para el alma

“En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: ‘¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Evangelio de Lucas. Bellísimo momento el del encuentro entre la virgen María y su prima Isabel, a quien el Señor reveló la concepción divina. Por demás, interesante, pues en este párrafo confluyen las tres personas de la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Cuenta este capítulo de Lucas que “se llenó Isabel del Espíritu Santo”; más adelante, dirigiéndose Isabel a María: “¡Bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?”, refiriéndose a Jesús. Y concluye: “lo que te ha dicho el Señor se cumplirá’”. Padre, Hijo y Espíritu Santo, Dios en tres manifestaciones. Nos muestra además el carácter revelador y la unción que produce el Espíritu Santo, el poder que viene de lo alto y que ilumina: La revelación que tiene Isabel sobre el embarazo incipiente de su prima María (aún sin la evidencia del vientre crecido), llamándola “bendita” por haber sido escogida por Dios para gestar al Salvador. María pensaba que llevaría la noticia a Isabel y ésta en cambio la sorprende con tal declaración. Parte del misterio de la fe.

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