PUNTO DE MIRA
Hipólito, un muerto lleno de vida
Extraño la lucidez en política que vivía en otros tiempos. Ahora no entiendo cómo gente adulta, con experiencia de estado comete yerros de novatos en el oficio. En vez de sumar, dividen. Alientan el disenso en tiempos de asenso. Será cierto que los viejos vuelven a actuar como niños. Mientras más años, más huraños. Tal es el caso de Hipólito Mejía. Una paradoja política que a veces encarna lo absurdo. El ex presidente tiene un nombre. No requiere de plataforma para lanzar sus diatribas. Su fama es suficiente. Pero se empeña en decir que es del PRD y no lo es. Sigue en el idealismo de confundir los deseos con la realidad. Es su quimera. La mala política empleada desde las elecciones le negó el poder y su condición de perredeísta. Hipólito Mejía montó un tren de pelea basado en atribuir al factor externo todo lo malo que le ocurría. Continúa en ese contrasentido no obstante obtener una ringlera de reveses. Se empeñó en no trabajar dentro del PRD por propia voluntad, y el partido lo deja atrás rumbo a la convención sin él a bordo. El ex presidente atrajo un grupo de altos nombres del PRD. Algunos querían cargos que así podrían obtener sin el voto de las bases ni negociar con Miguel Vargas Maldonado. Otros son glorias de la política, con las luces disminuidas por que el público es veleidoso, y se les trata como dirigentes inorgánicos. También tiene gente de cuando su tendencia reinaba. Ese atado de sueños tiene un plazo fatal. En febrero se desatarán cuando la convención abra las puertas de las candidaturas. Se despegarán los imanes. Las lealtades tomarán nuevas rutas. Habrá otras compactaciones. Se ve claro como el agua. Para quien quiera ver. Los perredeístas han vivido poniéndose zancadillas para que el PRD no gane elecciones. Anteponen las malquerencias a la política. Prefieren abajo que a bordo. No se espera nada distinto. Hasta se afirma que Hipólito será candidato del partido de Hatuey. Entre tanto, él lanza su puño al cielo y habla de cero tolerancias. Como si alguna vez hubiera sido tolerante. Su voz es amenaza de nuevos disturbios y desaliento a la convivencia. Quiere meter miedo o agitar. Estas turbulencias desacreditan al PRD. Hipólito nació bajo el signo del pleito. En los medios está lleno de vida, en el PRD está muerto.