No olvidar Las Manaclas y el Matum
El múltiple asesinato de Manolo Tavárez Justo y sus compañeros luego de rendirse a las tropas regulares del Ejército, marca un hito de crueldad en la historia post Trujillo del país. Como quiera que se mire es peor el asesinato si se tiene en cuenta que uno de los Triunviratos había comprometido su palabra de que la vida de Manolo y sus compañeros sería respetada. Entonces: ¿Quién dio la orden macabra que se impuso a la decisión del Triunviro Tavares Espaillat?... tendría que ser una egolatría del mismo Ejército, o instrucciones precisas del poder Imperial, que en este caso son Estados Unidos. Ocurre, sin embargo, que se han desclasificado miles de archivos sobre la República Dominicana y, hasta el momento, ninguno se ha referido a ese episodio tan traumático de la historia reciente del país. El paso iniciado ayer por la diputada Minou Tavarez Mirabal, la hija de Manolo y Minerva, abre un halo de esperanza para conocer la verdadera historia de República Dominicana post Trujillo. Ahora se podrá saber quién mató no sólo a Tavárez Justo y a sus compañeros, sino también que pueden quedar aclarados otros crímenes estremecedores que dejaron, en su momento, impávido al país. Nos referimos, desde luego, a uno de los más emblemáticos que manchó los cimientos al primer gobierno del doctor Joaquín Balaguer, el de Guido Gil, asesor del combativo Sindicato Unido del Central Romana. Fue apresado en el puente de San Pedro de Macorís y regresado a La Romana en donde fue ahorcado con una soga que se rompió dos veces. Su cuerpo fue lanzado al mar. Otros asesinatos horripilantes plagaron la historia de los doce años del doctor Joaquín Balaguer, a quien no se le puede atribuir la tragedia de Las Manaclas, en la cordillera Central. No hablemos ahora de los asesinatos de Orlando Martínez y de Goyito García Castro, sobre ese tema hablaremos en otros trabajos, porque se debe establecer responsables que ahora se presentan como afectados por ese horror. El caso del MatumDespués de pactada la revolución de Abril y que las fuerzas volvieran a sus cuarteles, se crearon comandos homicidas que sembraron de terror las calles, carreteras y montañas del país. Era un esfuerzo represivo para eliminar a los jóvenes revolucionarios del MPD y de la otra izquierda revolucionaria. No se contentó el aparato represivo de Balaguer de estimular el dolor de ver a emepedeístas y pacoredistas enfrentados a muerte por banalidades. Ese fratricidio costó decenas de víctimas inocentes. Aunque muchos responsables de esa violencia fratricida aún viven es muy difícil que se establezcan responsabilidades en el futuro, pero el más característico y cruel acto de represión fue a raíz de la guerrilla del coronel Caamaño quien fue detenido herido y posteriormente fusilado por “instrucciones superiores”, era el sofisma para no decir que fueron instrucciones del presidente Balaguer. Nadie ha iniciado un juicio, para resarcir a la sociedad por ese hecho infame, como tampoco se ha pedido establecer responsabilidades por las muertes y los heridos de la llamada batalla del hotel Matum, cuando soldados regulares atacaron al coronel Caamaño y sus amigos que fueron a Santiago a visitar la tumba del malogrado coronel Rafael Fernández Domínguez. Eso fue el 19 de diciembre de 1965. A ese episodio se definió dentro del criterio de “odios de la guerra”. Nunca se estableció quien le dio la orden a los militares para atacar a Caamaño. El asunto se quedó como un exceso de aquellos tiempos y un afán de venganza de los soldados regulares. Una de las victimas de la llamada Batalla del hotel Matum fue el coronel Lora Fernández, primo de Francisco Fernández Domínguez, actual Procurador General de la República. Nadie averiguó nada y todo se quedó igual. El esfuerzo ahora de la diputada Minou Tavárez Mirabal debe marcar un antes y un después sobre el tema de la violencia oficial en el país. A Manolo ni a su esposa los mataron civiles. Si no que fueron víctimas de la represión oficial. Minerva y sus hermanas Patria y María Teresa cayeron como resultado del carácter represivo de la tiranía trujillista, y Manolo y sus compañeros fueron víctimas de la represión política, cuando se creía que se luchaba para que no hubiese una “segunda Cuba” en el Caribe. Ahora debemos llegar a saber quien decidió matar a Manolo y a sus compañeros, así se trate o no de exmilitares que auparon gran poder en gobiernos de esa época. Si ese era el caso, debe verse la experiencia sudamericana en donde la represión tomó características de alegada “salvación nacional”. Esos represores parecían que salvaban a la humanidad reprimiendo a los jóvenes revolucionarios. Esa tesis no era verdadera, y así lo avala la presidencia de José Mujica, un insigne guerrillero de los Tupamaros, en Uruguay. Manolo y Caamaño pudieron haber consumado servicios eminentes a su país, y a lo mejor hoy estuviéramos un poco mejor. Entonces sólo resta decir que su sacrificio sirva de lámpara votiva que no deje olvidar que siempre hay una Patria para construir.