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Dioses de cuello blanco
No ha disminuido la incursión de jóvenes escritores en el género poético pero es evidente que siguiendo una tendencia expresada en casi todos los países de Hispanoamérica, la narrativa ya sea en cuento o en novela toma cada vez más espacios en la práctica escritural de nuestros países. Edwin Disla se inició con un ensayo, que tuve el privilegio de leer en manuscritos, titulado “Historia de la revolución nicaragüense”. La seriedad con que asumió el reto me convenció de que su presencia en la vida literaria no sería episódica. Aunque de profesión ingeniero civil, lograría compartir su perfil con su auténtica vocación de escritor. Continúo con “Vida de un tormento”, “El universo de los poetas muertos” y la novela histórica “Manolo” con la que ganó el premio de novela Manuel de Jesús Galván de dimensión nacional. Su más reciente entrega “Dioses de Cuello Blanco”, no solo trae una temática relevante y mantiene interesado al lector desde la primera página. En su estructura demuestra el dominio adquirido por el autor al arribar a su quinta obra de ficción. Diálogos, manejo de los personajes y el fluir adecuado de la narración caracterizan esta libro. El estudio realizado por Avelino Stanley sobre esta tematica, da unos datos convincentes acerca de cuál ha sido el proceso de la narrativa de largo aliento. Sabemos que este género surgió en Europa como demuestra el gran crítico Georg Lukács. La literatura latinoamericana durante un largo periodo estuvo muy influida por la europea. Es con el boom literario y con algunas brillantes experiencias anteriores cuando la novelística de nuestro continente adquiere mayoría de edad. En las últimas décadas con Marcio veloz Maggiolo a la cabeza, se ha ido creando un espacio que podría considerarse adulto dentro de nuestro desarrollo. La publicación en sellos editoriales como Alfaguara, Norma y Ciruela, es un reconocimiento a la madurez de nuestra narrativa. Leer libros como este nos lleva a retomar las ideas de Carlos Fuentes en el prólogo de “Geografía de la novela”, cuando afirma: “la idea de que la novela ya no aporta novedades tuvo sentido como una reacción a la potencia narrativa de otros medios como el cine, la literatura y el periodismo. Sin embargo, esta reacción produjo un efecto contrario: la constancia de que la novela podía seguir ofreciendo su función narrativa al lado de estos medios y de otros como la informática que anunciaban el fin de la era de Gutenberg”. Disla junto a otros escritores/as dominican@s, batallan con auténtico vigor para colocar la novelística dominicana en el universo iberoamericano.