Opinión

Orígenes del liderazgo de Leonel y Danilo 

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VÍCTOR MANUEL GRIMALDI CÉSPEDESSanto Domingo

Nada peor que la ignorancia de la Historia, de los hechos y las vivencias, de los acontecimientos y ocurrencias de la vida de las personas y las sociedades. Desde muy niños siempre hemos escuchado que “los pueblos que ignoran su historia están condenados a repetirla”. Es una frase muy conocida, de Marco Tulio Cicerón, y que aparece ahora en los recitarios recurrentes de la red internauta. Pero Ramón Menéndez Pidal nos advierte que “los hechos de la Historia no se repiten”, y que “el hombre que realiza la Historia es siempre el mismo”. Los dominicanos conocemos, por haberlo tratado personalmente o por haber escuchado o leído, a un personaje de categoría humanística, cósmica y universal, que es un maestro de la Historia a pesar de que algunos de los denominados académicos pretendieron rebajarlo siempre. A Juan Bosch esos, que ni una corona de flores enviaron a su sepelio, le catalogaban simplemente de autodidacta, en forma despectiva, y mostraban así cuán ignorantes eran de la historia de los grandes sabios de la humanidad que construyeron por sí mismos, sin escuelas superiores que no existían, cuerpos de doctrinas que hoy dejan su influencia esencial en las culturas del mundo globalizado llamado ahora. Cuando se cumplen los 40 años del PLD estos recuerdos son válidos. Su historia, que comenzó dentro del PRD, hay que contarla completa. Sobre todo por la nobleza que tuvo el maestro a sus 64 años de edad para renunciar a los “honores” y a los privilegios que pudo alcanzar si seguía al frente del Partido del Jacho Prendío para alcanzar de nuevo la Presidencia de la República. Bosch escribió en el “PLD, Un Nuevo Partido en América”, que el Partido de la Liberación Dominicana se engendró en el vientre del Partido Revolucionario Dominicano. En este cuadragésimo aniversario se recuerda el Círculo de Estudios No. 2 del PRD, una de las semillas del PLD, coordinado por el Dr. Euclides Gutiérrez Félix, e integrado por José Francisco Peña Gómez, Norge Botello, Ramón Andrés Blanco Fernández, Manuel R. García Germán, entre otros integrantes que mencionaremos por ahora, y que celebró por lo menos una docena de reuniones. Con la excepción del Dr. Peña Gómez, todos los integrantes del Círculo No. 2 pasaron al PLD juntos a una minoría de jóvenes que entonces confiaron en un hombre de 64 años de edad con un conocimiento cabal de la Historia del Pueblo Dominicano y de la Humanidad. Fue el tesoro de conocimientos de Juan Bosch, además de su testimonio de honradez como gobernante, la zapata que cimentó las bases estructurales de lo que hoy es el edificio agigantado de un PLD que necesita recordar sus raíces históricas. Cuando faltaban unos meses para cumplirse el quinto aniversario de la nueva organización política, la historia seguía su curso accidentado. Era entonces el año 1978. Habían transcurrido las elecciones del 16 de mayo en las cuales don Antonio Guzmán fue escogido como Presidente de la República postulado por el Partido Revolucionario Dominicano, el PRD. El Partido de la Liberación Dominicana, PLD, en esos comicios apenas alcanzó a obtener unos escuálidos 18 mil y tantos votos equivalentes al 1.8 por ciento del total de sufragios que se repartieron los dos que eran entonces grandes partidos del sistema: el PRD y el Partido Reformista que no pudo esta vez permanecer gobernando con su líder Joaquín Balaguer. Balaguer, por cierto, es el único líder indiscutible que aparenta solo tendrá para siempre esa organización que cuando retornó con él al Gobierno en 1986 sumó al que fuera otrora un prometedor grupo político llamado Partido Revolucionario Social Cristiano y adquirió sus siglas de PRSC para un nuevo bautismo. En 1978 el caso era que el Partido por Juan Bosch -a pesar de lo que aparentaba en 1978 como una derrota electoral de la que no saldría jamás frente a fuerzas blancas y coloradas tan poderosas- en sus primeros cinco años había creado sus primeros círculos de estudios y comités de base, a la vez que desarrolló hábitos y métodos de trabajo sistemáticos, y constituyó una estructura básica de información y propaganda en todo el territorio dominicano. En otras palabras, el PLD ya había formado su zapata o las estructuras básicas operativas, y su participación en las elecciones de 1978 fue su primera gran prueba política. Con su líder, Juan Bosch, quien se forjó durante el exilio antitrujillista en el horno de la política de América, el proceso futuro del PLD estaría signado por el crecimiento y las crisis que acompañan a las personas y las sociedades cuando en su desarrollo pasan por diversas etapas de vida. Y así hubo de advenir en 1978 la primera o quizás la crisis más grande que ha tenido el Partido morado de la estrella amarilla. Renunciaron al PLD figuras del nivel de su secretario general, Antonio Abréu. También salieron otros fundadores provenientes del PRD: Franklyn Almeyda y Euclides Gutiérrez Félix, Bienvenido Mejía y Mejía y Julio Ibarra Ríos, y luego en 1980 se produjo el alejamiento de Milagros Ortiz Bosch. Entonces fueron muchos los que dijeron que el PLD era un grupito natimuerto porque estas y otras renuncias dejaban a Bosch sin un verdadero Estado Mayor. Las casandras fueron incapaces de ver los procesos políticos partidarios más allá de los conflictos pasajeros. En realidad los que bajaron de rango quedaron rezagados cuando retornaron años después al PLD, y la verdad histórica es que la gran crisis del PLD de 1978 había de producir la mutación genético organizativa que creó las condiciones para que 18 años después la nueva generación peledeísta por primera vez gobernara en República Dominicana. Aquel acontecimiento peledeísta ocurrido hace 35 años explica, además, los orígenes del liderazgo actual del PLD, o la coyuntura que les permitió emerger como delfines un tiempo después a Leonel Fernández y Danilo Medina. Roma, 19 Diciembre 2013

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