ORLANDO DICE…
Diálogo con Haití..., otra vez
ELLOS.- No se conocerán los detalles, porque nadie los dará, de como se retomó el diálogo entre Haití y República Dominicana, pero el hecho de que fuera en Venezuela, y de que igualmente su gobierno promoviera el primer acercamiento, lleva a pensar que la iniciativa fue de autoridades del vecino país, que saben que no pueden avanzar sin padrinos. No debe olvidarse que la administración dominicana abandonó las conversaciones en reacción al agravio del Caricom, del que no hubo dudas fue con el consentimiento de la contraparte haitiana. Del mismo modo vale destacar la rapidez con que la diáspora haitiana saludó el encuentro entre los presidentes Danilo Medina y Michel Martelly y el nombramiento de comisiones encargadas de discutir la llamada agenda bilateral. Dije cuando la Cumbre que la diáspora eran los haitianos organizados en territorio dominicano, que ésta tendría presencia permanente en el debate nacional y que constituiría un grupo de presión. Esto es, una forma de asumir de manera directa sus intereses y que sus aliados dominicanos no se vean obligados a dar la cara a cada momento... LAS EXCUSAS.- Los detalles son importantes, porque fuera bueno saber si los haitianos se excusaron por boca del presidente Martelly por la ofensa del Caricom, o como se permite que el Caricom sea testigo, una especie de árbitro de piedra, si desde el primer momento tomó posición a favor de Haití. La propia diáspora, que había aconsejado la vuelta al diálogo y que ahora se regocija con el entendimiento, tampoco enmendó la plana a los países del Caribe, sabiendo que fue la cuña que rompió el palo. Es decir, que la opinión pública nacional no conoce del credo ni la mitad, y debiera conocerlo entero, pues ñcomo se diceñ nobleza obliga. Cuando el gobierno se molestó y abandonó formalmente la mesa del diálogo, encontró justo apoyo en la población. Ahora que vuelve sobre sus pasos, tiene que corresponder a ese espíritu de consecuencia, explicando todo lo que tenga que ver con el nuevo trato. Por ejemplo ¿Por qué acepta que el Caricom meta sus narices en este asunto después del desplante que hizo a sus aspiraciones de pertenecer a dicha asociación? ¿Acaso puede permitir que pisoteen la dignidad dominicana?... LA DEBILIDAD.- Hasta ahora lo que se va viendo es que Haití logró su propósito de sentar a República Dominicana a la mesa de negociaciones, y en esa mesa Haití sabe que tiene todas las de ganar y ninguna de perder. Si fuera todo lo contrario, dejara que los vientos siguieran su paso y se convirtieran en tormenta. De ahí que sea importante no solo conocer la agenda de temas, sino el orden en discusión, pues la experiencia del pasado es que toma lo suyo y abandona el salón, incluso tirando la puerta. Igual es importante saber quiénes serán los miembros de las comisiones, pues las contrapartes dominicanas siempre dejan que desear. La costumbre es descubrir fallas y deficiencias después que los acuerdos y entendimientos son hechos cumplidos. Y la cuestión es simple, aunque cruda y brutal. Si los haitianos vienen con leones afeitados, no podemos enfrentarlos con tigres amaestrados. Y que no se alegue prudencia, pues en estos casos la prudencia es sinónimo de debilidad... EL APRECIO.- Si las autoridades encargadas de los tratos con Haití se encierran en sí mismas como el caracol y solo dejan oír en ocasiones un lejano rumor de mar, pueden ganar aprecio de Haití, Venezuela, ONU, Unión Europea, difícilmente del Caricom, pero no de los dominicanos. El debate sobre la nacionalidad encontró eco profundo en todos los segmentos de la sociedad, incluyendo el hombre de la calle, y el gobierno no puede obviar esa realidad, y por quedar bien con los intervencionistas, desconocer la institucionalidad que provee la sentencia del Tribunal Constitucional o las políticas públicas que fueron decididas y aplicadas con discernimiento propio. El diferendo lo ocasionó otro, y ya va muy lejos, por lo que si conviene caerle atrás, no hay que volverse loco por alcanzarlo. La sensatez es buena, y la prudencia también, pero no para dejar remedio propio por ajeno. Si los responsables ponen manos a la obra, y adelantan el trabajo, los conflictos se irán yendo de la misma manera como llegaron: por la puerta de atrás...