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Tiempo para el alma

“Oh Dios, confía tu juicio al rey, y tu rectitud al hijo del rey. Para que gobierne a tu pueblo con justicia, a tus humildes con rectitud. Produzcan los montes bienestar, y las colinas prosperidad para tu pueblo; que él defienda a los humildes del pueblo y socorra a los hijos de los pobres”. Sal. 71 (72): 1.4. El rey o el presidente o el primer ministro: el gobernante. Para él esta oración, este salmo. No basta con orar por el gobernante en sí, también por sus acciones y las consecuencias de éstas. Gobernar con justicia; de la justicia nacen la equidad y la paz, el equilibrio y viabilidad de una sociedad. ¡Señor, que nuestros gobernantes rijan sobre la base de la justicia! Gobernar con acciones que propicien el bienestar y la prosperidad; de ambos devienen la salud, las expectativas de los jóvenes, la tranquilidad de un retiro digno para los ancianos, la abundancia de la tierra y el progreso de las ciudades. ¡Señor, que nuestros gobernantes trabajen para generar bienestar y propiciar el progreso de su pueblo! Gobernar para los humildes, dar esperanza a los más pobres; la creación de oportunidades, dignificar los espacios de la gente, hacer partiendo de sus reales necesidades. ¡Oh, Señor, que nuestros gobernantes trabajen para servir y no para ser servidos!

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