Opinión

¡El 1J4 y el Dr. Baquero tenían razón!

En aquellos años de la libertad (1961-62), cuando el pueblo dominicano festejaba la desaparición de la horrible dictadura de Trujillo, y nos aprestábamos a organizar a las primeras elecciones libres después de defenestrada la tiranía, la Agrupación Política 14 de Junio, organización emblemática de la resistencia a la satrapía, planteó públicamente la necesidad histórica de “destrujillizar” las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional. En su prédica, el 1J4 planteó, que sin “destrujillizar” esas instituciones, era prácticamente imposible la celebración de comicios libres, pero, que aún, cuando se pudiese expresar la voluntad popular, el gobierno democrático que surgiera de esos comicios, no tardaría en ser derrocado por las propias Fuerzas Armadas, ante el menor indicio de ejecutar un programa mínimo de reformas sociales. Curiosamente, un representante del sector conservador, agrupado en la entonces poderosa, Unión Cívica Nacional, manifestó su coincidencia con el planteamiento de la Agrupación Política 14 de Junio, en su condición de Secretario General de ese partido. El doctor Luis Manuel Baquero, fue más lejos, propuso que se disolviera la institución policial y se procediera a integrar la nueva Policía, sobre la base de un llamado a ingreso masivo, sometiendo a los aspirantes a evaluaciones de carácter psiquiátrico, escolar, ético, de formación socio histórico, y respeto a la vida humana. En cuanto a las fuerzas castrenses, propuso su depuración inmediata para extirpar la herencia trujillista. Nadie hizo caso a estas observaciones y demandas sobre los institutos armados. El profesor Juan Bosch, en su obra, “Crisis de la democraciaÖ”, relata, que si el 25 de septiembre de 1963, fecha del golpe de Estado a su régimen democrático y constitucional, alguien le hubiese dicho que había visto el fantasma de Trujillo recorrer los pasillos del Palacio Nacional, lo hubiese creído. Más de 50 años después del ajusticiamiento de Trujillo, algunas de sus ideas totalitarias persisten incrustadas en los institutos armados. No hay manera de explicar que se le haya designado con el nombre del general Fernando Sánchez hijo, a una promoción de oficiales graduandos, pero tampoco, que hace algunos años, el general León Estévez, fuera invitado de honor a la celebración o conmemoración de la Academia Militar Batalla de las Carreras. Frente a estas figuras execrables, la imagen del militar honrado y decente, del militar patriota, encarnada en el coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez, salva históricamente el honor de las instituciones militares, y como él, cientos de oficiales y clase, de mentalidad abierta y democrática. El “error” hay que sacarlo de raíz, profundizar las clases de historia dominicana, integrar con mayor fuerza a los oficiales jóvenes al dominio de las contradicciones ideológicas y sociales y al papel de salvaguardar la soberanía y la independencia de la Patria, que le asigna la Constitución de la República. Creo que hemos avanzado, que existe otra mentalidad en las Fuerzas Armadas, y que se han hecho esfuerzos considerables en el logro de su profesionalización y sus convicciones patrióticas, pero que, aún quedan bolsones, residuos nostálgicos, rémoras, que evocan aquel pasado nefasto, a través de oficiales que denigraron la insignia y fueron responsables de injusticias y delitos graves, en perjuicio de innumerables víctimas. La memoria histórica tiene que ser asumida también por quienes dirigen con atino las nuevas Fuerzas Armadas dominicanas. El aprendizaje moral e histórico no tiene fecha de expiración, es válido en todos los ciclos de la historia para retroceder ante el horror, como propuso el escritor francés, Albert Camus, contra los desafueros y genocidios, en los estadios humanos. ¡Que esos viejos símbolos del horror y el despotismo, que mancharon de sangre el uniforme militar, sean fulminados en el olvido y en el desprecio de los tiempos, como modelos negativos, como imágenes desagradables y homicidas de un tiempo histórico!

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