CON MIS OJOS
Duras lecciones de la muerte
El horrible asesinato de Claudio Nasco, presentador principal de NCDN, nos ha dado en la cara con una dureza inesperada. Helados, sin lograr hacer sentido de la noticia que les impactaba, sus compañeros y compañeras de labores se deshacían en lágrimas e incredulidad. Cubrir la desgarradora noticia de la muerte de un colega hace que, a quienes se nos va anestesiando el alma de ver tantos crímenes, se nos encienda un sentimiento de angustia por la situación de violencia que está pasando nuestro país. Ese joven de sonrisa bella, profesional de gran calidad, se apagó y, para muchos, el morbo tuvo más valor que los hechos. Hace que uno reflexione sobre qué somos como sociedad que lo que preocupe a muchos sean los temas que competen a la intimidad y que seamos tan ligeros para juzgar lo que no nos incumbe que se pase de alto la tragedia que implica que un ser humano disponga, sin misericordia, de la vida de otro. La fiscal Yeni Berenice Reynoso publicó en su cuenta de Twitter ayer una frase que debe quedarse grabada en la mente de todos los que tenenemos en nuestras manos la sagrada responsabilidad de reportar noticias, sobre todo de este tipo: “La pasión es una emoción y el derecho penal no castiga las emociones; castiga los delitos (acción u omisión). No debemos decir crimen pasional”. La muerte horrible de Claudio nos recuerda que para ser buen periodista hay que ser primero buena persona, como dijo el maestro Ryszard Kapuscinski. Todos los que conocieron a Claudio dicen que era ambas. Esta desgracia hace que nos sintamos más cercanos a cada madre, cada hermano, cada hija a los que la violencia arranca a un ser querido de las manos. Que sepamos, porque lo hemos vivido, que el sensacionalismo y el morbo matan de nuevo a personas que importan para alguien. Son duras las lecciones de la muerte.