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PENSANDO

Madurez

Es ver con reflexión los acontecimientos que forjan nuestra razón de vivir en base a las experiencias que nos sustentan. Hay que ver con nuestros propios ojos y sentidos a los religiosos implorar a falsos mesías que conspiran y maquinan contra la felicidad del hombre; y ver a esos hombres pedir auxilio a la sabiduría para liberarse. Observar cómo levantan su vista hacia los cielos en gesto de adoración, mientras sus corazones se empantanan en el lodo de la codicia. Y más aún, ver cómo un joven trata de conquistar el corazón de una dama con palabras seductoras, pero al mismo tiempo sus sentimientos seducidos por el dinero. Madurar es ver a los legisladores perdiendo el tiempo y vendiendo sus mercancías en los mercados del engaño y la hipocresía, y a médicos que juegan con el alma de los ingenuos y cobran por la circulación de la sangre. Cuánto maduramos cuando vemos a los ignorantes elevando su pasado al trono de la gloria y adornando su presente con delicados mantos de abundancia para preparar el manjar del futuro. Ver a los pobres desamparados arrojar la semilla para que los fuertes se apoderen de la cosecha. Lo que es mayor, ladrones de la ignorancia saqueando los tesoros del saber, mientras los conscientes de la luz se hunden en el sueño profundo de la desdicha. Ver en el amor cuando una mujer es casi un hielo en manos de un hombre que no sabe tenerla porque solo entiende de ásperas formas. Y qué triste ver en un país la libertad caminando a solas, llamando a las puertas de las casas e implorando un albergue cuando ve negociar su soberanía. La educación, para colmo, sepultada en los libros y a la duda ocupando su lugar. Ver cómo la paciencia se convierte en manto para ocultar la cobardía; y cómo la tolerancia aboga por la pereza, y con ella crece el miedo. Sentir en nuestros ojos el brillo del oro que llena las manos de los despilfarradores que lo emplean para obrar el mal y llevar a cabo sus perversidades. Cuando se contempla estos tristes espectáculos, hay que gritar por dentro y reflexionar callado, porque todo esto es el camino del alma hacia la madurez y con ella el verdadero sendero de la esperanza.

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